miércoles, 27 de mayo de 2009

Paisajes de Princesa del cuento!!!


Hola!!!


Hoy!!!


hago una encuesta!!

acerca de cual les gusta mas!!!!

a ustedes, a los del messenger, y a mis amigos!!


para que sea el hogar de Yurem!!!


Porfa escojan una o varias

y luego yo selecciono la k me guste


porque para mi que todos los paisajes son preciosos


asi k pues...


listo!!!


♥kiss♥


Ann!!!






















Princesa del cuento. XI

es imposible creer que ya vaya en la 11.... pero así es la vida...

son la 1:48 am.... xq estoy aki si es miercoles en la madrugada?

simple... tengo un sueño mortal y un insomnio inmortal.... asi k ni uno ni otro se dejan ni me dejan a mi dormir... aaaaaaawwwwwww(bostezo!!) .... ahora si

como regalo xq estoy apacible y x el regreso de mi libreta de DS les dejo este capi... prometo que pronto subiré el siguiente de DS... lo k pasa es k como perdí la hilación de en lo k estaba... pues ahoa hay k volverlo a leer ;) no es k me disguste pero .... bueno.... mejor el capitulo de hoy

11.

– Capitán, no le diga a la señorita Mairi quién soy, tal vez se lo tome a mal, no quisiera que ella me viera equivocadamente si le dice lo que hice para estar aquí – Le dije lo más educadamente posible a la persona con aspecto de muchacho adolescente en que se había transformado el capitán Kydrin.

Mientras tanto, ella observaba extasiada los astros celestes, pasar a nuestro lado. Tenia un rato que había comido sus alimentos, entonces eso le había dado fuerza para seguir volando. Llevábamos ya bastante tiempo volando, tal vez si lo contara en días no sería solo uno, pero eso no era lo importante, porque había cosas que no debía saber la señorita Mairi aun, cosas relacionadas conmigo.

– ¿Que no le diga qué? – él me miró como si no me entendiera, pero yo sabía que era una falsa cara para confundirme – ¿que también eres un príncipe heredero el cual desertó para convertirse en militar? ¿O que fue porque no querías un matrimonio arreglado? ¿O tal vez fuera el hecho de no respetar tus derechos como príncipe? A un duque se le permite escoger una esposa, y bueno, a los príncipes se le… asigna una. En ese caso tú elegiste adoptar el título que por derecho te confería, y gracias a la procedencia de tu padre terminaste como Duque, dejando como heredero a tu hermano recién nacido, o a tu hermana perdida. Solo te fuiste dejándolos solos a su suerte y son su futuro incierto…

– Les dejé todo lo que tenía – lo interrumpí, ese no era mi Capitán, el Kydrin que yo conocí era una de las personas mas amables que existían… probablemente el “rejuvenecer” lo puso en este estado – todo, eso no me importaba, además, ellos no podían obligarme a que me casara con una princesa que no conocía – recordé algo, como si fuera un flash en mi memoria – ¿y qué hay de ti? Abandonaste a Gena y a Quim para entrar en este espectáculo y cuidarla a ella, y ni siquiera tuviste intención de saber de ellas.

– No te metas – mi diana acababa de dar en el blanco – lo que pase entre mi familia y yo no es de tu incumbencia – ¿qué le dirás a Mairi? ¿“Solo cuidan la casa”? ¿o mejor te esperamos afuera?

Kydrin no quería hablar de ellas, realmente espero que nunca se enteren e esta conversación, pero mientras tanto no podía dejar que me atacara, debía mantener esta batalla hasta que él se calmara totalmente, tal vez era solo la presión de estar en su ambiente de nuevo.

– Ya veremos cuando lleguemos, mientras quiero enterarme de que hicieron mientras estaban allá – este era un tema mas ligero que el anterior.

– Solo la dejé ser ella misma – me explicó – hace unos días se enteró de la realidad que tenía.

– ¿Entonces por eso no sabe lo de su boda?

– ¿La boda arreglada como la tuya? – se burló. Su mal genio había pasado, ahora era el mismo de siempre.

– Esa misma.

– Deberías contarle a Mai quién eres – sugirió Kydrin.

– Lo sé – respondí – pero tú también deberías hablarle de su boda y lo que tiene que saber acerca de su hogar.

– ¿Y arruinar el viaje?

Él disfrutaba ser sarcástico, pero cuando estaba con la princesa era otra persona, incluso diferente a como era con Gena y Quim, como si ella lo transformara. Eso no podía pasar, Irina estaba comprometida con un príncipe influyente de algún lado del universo al que no había visto.

– Le diré lo que necesite saber apenas nos acerquemos a Andrómeda…

– Abrieron el pasaje – le avisé – después de que llegó tu aviso de tu estadía con la señorita Mairi, mandaron a terminarlo, aunque es un lío pasar por la aduana, lo inauguraron unos días después de que llegara la princesa Anelise, pero como te la has pasado con ella no estabas enterado.

– Era trabajo – se justificó.

– No importa, sea lo que sea, estabas con ella – no tenia sentido seguir discutiendo así que regresé al tema del que nos habíamos salido – Como ya abrieron el pasaje, tenemos un permiso especial para pasar apenas lleguemos, y está a poco tiempo de mi casa.

– ¿Tu casa en donde vives ahora o la anterior?

– La casa de mis padres.

domingo, 24 de mayo de 2009

Princesa del cuento. X

wow!!! ya esta el 10!!!!!

asu... y lo mejor de todo es que hoy me regresan a Juno y podre subirles otro cap de ella :)

ok ya... ahora si el capitulo!

kiss

Ann

10.

Me sumí en el sopor que me invadía, solo quería alejarme de todo eso, dejar de ser la “Princesa Irina” y ser solo yo, Mairi, cosa que parecía imposible desde la muerte de mi abuela. No quería salir, de nuevo, como una vez en el pasado, quería que las aguas oscuras me invadieran, ahogarme si era posible, no despertar de mi letargo y perderme en la bruma, quería, en resumen, desaparecer de la faz del universo.

Me dolería, tarde o temprano, porque conocer a Sue y tener a mi abuela eran las cosas que mas me habían gustado, pero si escapaba de todos mis problemas sería como un respiro, no tenía ni 15 años y ya estaba pensando en esto, que bajo había caído otra vez.

“¿Mai, que es lo que tienes? ¡No te he visto así nunca! ¿Te sientes mal?” la voz de niño de Sue y mi habitación aparecieron de repente.

“Estoy bien, solo vete” me oí contestarle.

Estaba segura de que esto había pasado, pero no recordaba exactamente cuando. Por el rostro que parecía Sue, debía tener menos de 10 años. El joven Kydrin me miró con ojos acusadores y me respondió.

“¡No! Eres mi amiga, no dejaré que estés así, no es culpa tuya lo de tu madre, tú eres una excelente persona y ella no” ¿Estaba gritándome? “No es nada porque te abandonó, ¿y sabes que? Creo que si yo fuera tu, no le tomaría importancia e iría a la escuela otra vez”

“Calla, no estoy de ánimos para escucharte” mi voz sonó apagada, como si quisiera desaparecer, otra vez.

Al fin reaccioné, era la última conversación que habíamos tenido antes del absurdo trabajo, antes de dejar de ser yo. Kydrin me había llevado la tarea, él era el culpable de lo que había pasado, si tan solo la hubiera olvidado, o a mi, esto no habría pasado. Todo lo que tenia que hacer era dejar que me sumiera en la negrura de mis pensamientos, pero no, quería hacerse el valiente y salvarme de mis demonios internos y sacarme de lo único que me resguardaba, y aún así me había metido en un lío peor, que buen guardaespaldas.

“Mairi…” su voz se fue perdiendo, y con ella, el recuerdo. Pronto no escuché nada más que mi respiración y la grava crujir no muy lejos de mí.

Abrí los ojos, quería saber que estaba pasando, mi lapso de depresión había pasado tan rápido como llegó. Yurem estaba un paso por delante de mí y diez por detrás de Sue, ambos me daban la espalda, para alejarme de su burbuja de histeria.

Estaban gritando, no entendí una gran parte hasta que me percaté de que no solo eran sonidos y gruñidos lo que escapaban de sus labios. Sacudí la cabeza sin hacer ruido para despejarme y poder entenderles.

– Si dejaras de ser tan necio y le dieras plasma en lugar de esas cosas asquerosas que come, no se hubiera desmayado – Yurem avanzó unos cuantos pasos sobre la superficie de la luna y se acercó a mi amigo.

‘¿Yo provoqué todo esto?’ pensé, no explícitamente a mi amigo, solo como un comentario para confirmar lo que ya sabía. Pero aunque no quisiera, mi amigo lo captó, aunque creo que tal vez pensaba que seguía desmayada y entre sueños le preguntaba.

– No fue tu culpa – me respondió.

– ¡Ah, claro que no fue mi culpa! – Yurem estaba gritándole de nuevo, quise que se detuviera, no tenía derecho a tratarlo así, aunque como él no escuchaba mis pensamientos, no podía saber que las palabras de Sue no estaban dirigidas a él – ¡Fue tuya! ¡Tú ya no tienes autoridad sobre ella, ni siquiera puedes cuidarla bien! Con el tiempo que llevan viajando ya deberían haber llegado, los señores están muy preocupados por la tardanza, incluso…

– ¿Te mandaron a relevarme, cierto? – lo interrumpió estrepitosamente Sue. Yurem no se tomó la molestia de contestar, pero su silencio fue la mejor respuesta.

– ¿Sue? – me oí llamarlo.

– ¿Mai? – se giró bruscamente para mirarme y cerciorarse que no estaba soñando – ¡Mai! ¡Qué bueno que ya estas mejor! ¿Quieres algo? ¿Tienes hambre? ¿Sed? Podemos esperar otro rato si te sientes cansada… – su tono de preocupación era demasiado evidente.

– Deberías dejar que contestara – le recordé juguetona.

– ¿Te sientes mejor? – reformuló mientras me ayudaba a incorporarme, aunque ya que mis piernas no reaccionaban lo suficiente, me quedé sentada en la gravilla que se extendía debajo de mi.

– Si, – le contesté automáticamente, pero mi estomago empezó a gruñir delatándome… – pero aún quiero galletas o algo, para que no sufra otro percance.

Mi memoria viajó a mis recuerdos y no me gustó, así que disimulé riendo, como si desmayarme fuera gracioso. Mi risa estridente hizo que Yurem reaccionara, y sacó un frasco que reconocí como plasma, a pesar de que era totalmente diferente a las botellas delgadas de Sue. Ésta era más amarillenta, aunque el líquido era el mismo, la botella tenía bajorrelieve con diseños de ondas, asemejando las corrientes de aire o de mar.

– La reina le mandó esto, señorita Irina – me dijo sin mirarme, como si hacerlo mereciera un castigo.

– Mairi – le dije – repite conmigo, Mai-ri, Mairi.

– Pero…

– Pero nada, hasta que no me encuentre con la reina no seré “La Princesa Irina” – lo último lo hice sonar como un reproche.

– Si, señorita.

– ¡Mairi! – casi le grité.

Kydrin me tocó el hombro para que le hiciera caso, y me dijo serenamente, aunque en su mirada se delataba la burla.

– No conseguirás que te llame por tu nombre, Mai – me aseguró muy tranquilo – no está en su naturaleza desobedecer órdenes.

– Pues entonces ordénale que me llame Mairi, y no “señorita” – escuché la risa que escapó de los labios de Sue al escuchar la última palabra, pues sonó como si fuera una grosería.

Yurem estaba bastante sorprendido de la facilidad de la conversación entre Sue y yo, como si esto no fuera posible, o no concibiera la cercanía que había entre nosotros.

– Desafortunadamente para ti, tiene órdenes de alguien con mas rango que yo – seguía burlándose de mi, el muy…

‘¿Tiene una princesa el mismo rango de autoridad que un rey?’ se me ocurrió antes de empezar a ofenderlo con mis pensamientos rebeldes. Lo mejor de todo es que Sue pudo escuchar solo lo que quería decirle y Yurem no, así que lo que dijo a continuación mi amigo lo confundió.

– Solo en tu caso.

Sue estaba muy cerca de mí, se acercó un poco mas a mi oído para susurrarme lo que tenía que decir, aclaro, yo dije mentalmente lo que quería y él lo tradujo con el estilo necesario para que pareciera una orden directa.

– ¡Yurem! – siguiendo las instrucciones de mi amigo, le solté lo mas cargado de autoridad que podía, pienso que no lo hice tan mal porque se sobresaltó de mi tono y que lo mirara tan fijamente – Soy la Princesa Irina, heredera del mundo entre los mundos, te ordeno que no me llames Irina, princesa o de cualquier otro modo que denote mi posición social. Debes llamarme Mairi, estemos a solas o frente a quien sea, ¿entendido?

– Si, señorita – no se como pasó, pero el estaba derecho, y al decir que si, me dedico un saludo militar.

No me gustó lo que acababa de hacer, había hecho trampa, es mas, doble trampa, me refugié en un principado que acababa de descubrir y dejé que Sue me dijera lo que tenía que decir, con ideas mías, pero aun así me sentía mal. ‘Remordimiento de conciencia’ susurré en mi interior, y una vez lo había soltado, una chispa de alegría apareció en mí.

– ¿Cómo lo hice? – estaba confundida, no comprendí como es que podía estar feliz después de lo que acababa de hacer.

– Como toda una princesa, hermosa – me aseguró Sue.

La chispa paso a ser una pequeña llamita, como las que veía cuando jugaba con un encendedor. Mi estomago se movió otra vez, y sonreí.

– Bien, ahora esas galletas – estaba inquieta, eufórica y con muchas descargas de adrenalina, tenía que liberar la energía acumulada en mi de alguna forma y solo se me ocurría un modo – no, mejor me las voy comiendo en el camino.

Esta vez fue inconcebiblemente fácil extender mis alas, que dejaron aún más pálido a Yurem de lo que ya estaba. Solo pensé en que quería sacarlas, y aparecieron; quise volar, y empezaron a agitarse inquietas; imaginé flotar un poco, y justo el poco que salió de mi mente fue lo que me despegué del suelo. Viéndolo bien, Sue también estaba muy sorprendido.

– ¿Bebiste el plasma? – me preguntó, rompiendo el silencio que nos envolvía. Me limité a negar con la cabeza y continuó – ¿ya viste tus alas?

Instintivamente mis ojos se movieron hacia donde debían estar las alas de cisne rojas que tenía… que brillaban en cada una de las plumas, como si tuvieran pigmentos dorados, del tipo que se pueden ver en las de los pavo-reales, solo que las mías no tenían el circulo cerca de las puntas, solo se veían los matices dorados en las puntitas de cada una de las plumitas que conformaban la pluma completa. Cerré la boca y tragué saliva, ahora estaba mas aturdida que ellos dos juntos.

– ¿De… verdad… son… mis… alas? – pregunté entrecortadamente.

– Eso no lo hace el plasma – garantizó Yurem.

– ¡No, vaya… cada vez mejoran más! – profirió Sue.

– Si… – mi susurro se convirtió en burla, después de que mi mente se pusiera a divagar – ¡Ahora son mejores que las tuyas!

– ¡Ja! ¡Aun te faltan años de experiencia para alanzarme y siglos para que sean mejores! – me gritó cuando captó mi cambio de humor, y mientras expandía sus alas plateado brillante.

– ¡Capitán! – lo llamó Yurem – lamento lo de hace un rato, y lo mismo a usted señorita Mairi – al menos esta vez no me dijo “princesa”.

– Ya, déjalo, se nos hace tarde – lo apresuró restándole importancia a su discusión anterior – ¿vienes con nosotros o no?

– S-si – tartamudeó el teniente, contrariado por la falta de interés de Sue a su altercado – pero aun me cuesta trabajo sacar mis alas, muchas felicidades, Mairi, sus alas son esplendidas y su estilo es único.

– ¿Has visto las alas de Anelise? – se me ocurrió preguntar.

– Una vez, cuando nacieron – asintió – son como las de las mariposas, pero cubiertas de plumas verde esmeralda, muy bonitas, pero no son tan brillantes ni tan vivas como el bellísimo par que tiene usted en su espalda.

– Gracias.

– ¿Cómo fue su nacimiento? – me siguió interrogando Yurem.

Para mi sorpresa, y le agradecí mucho por eso porque yo no sabía que responderle, Sue le contestó por mi muy solemnemente.

– Al amanecer, con los primeros rayos del sol y justo sobre todos, como debió ser en el Palacio.

– Que mal que no haya estado en casa, con unas alas así seguiríamos de fiesta aún – agregó muy sonriente el chico.

Ya estaban colmando mi paciencia, ni que fuera para tanto.

– ¡Solo son alas! Dejen de hacer tanto lío por ellas – me quejé ahora en voz alta.

– Ahora solo me queda imaginar como será su boda – insistió Yurem.

– ¿Boda? – ‘¿Por qué dijo eso? ¡Qué significa! ¡Exijo una explicación!’

– No debes pensar en eso en tu segundo día de viaje – me aconsejó Sue.

Yurem aún no había sacado sus alas. ‘¿Qué está esperando?’ pregunté.

– No se –, me contestó en voz baja, y luego le preguntó a él directamente – ¿Qué tienes chico?

Aún no me acostumbraba a que Sue lo llamara así. Yurem aparentaba bastantes años más que Kydrin, pero obviamente, por rango, mi amigo debía ser algunos años mayor.

El pensamiento de Yurem no estaba con nosotros, y después de un rato esperando respuesta, dijo.

– Nada.

– ¿Qué tienes? – dije a mi vez, acercándome flotando lentamente a él.

– Señorita Mairi, yo se que está ansiosa por regresar a su casa pero… – dudó – verá, desde que el capitán fue a cuidarla no he visitado a mi familia, y no está muy lejos de a donde nos dirigimos…

– Me gustaría conocer a tu familia, ¿son tan agradables como tú, verdad?

– ¡Claro que si, Yurem! – gritó eufórico Sue – vamos, tal vez nos podamos quedar un rato ahí.

Yurem se lo pensó y asintió. Se quitó la camisa de un modo mas recatado a como lo había hecho Sue, hace tiempo. Tenía el pecho muy marcado, del tipo que las MP habrían adorado, con bíceps moldeados y el abdomen plano, pero ejercitado. ‘Para parecer más grande que yo y que Sue, tiene aspecto muy similar a mi amigo, si todos los militares van a hacer esto para volar, este viaje no estará tan mal…’ pensé para mis adentros maliciosamente.

– Solo los capitanes y los tenientes somos así – dijo de pronto Sue, sacándome de mis ensoñaciones, sobresaltándome y dando respuesta a mi comentario mental personal.

‘¿No que no podías hacerlo?’ Me quejé.

– ¿Qué? – dijeron los dos al mismo tiempo, aunque a lo que se referían eran cosas totalmente diferentes.

– Nada – dije para intentar despistar a Yurem, y mentalmente agregué para Sue: ‘Dijiste que solo podrás escuchar lo que quisiera decirte’

– ¿Entonces no me lo dijiste a mi? – dijo sorprendido.

– ¡No! ¿¡Cómo comentaría eso contigo!? Si fueras una mujer sería otra cosa… – estaba muy sorprendida de que no lo hubiera notado.

– Está empeorando – ahora dejé de entender si nos referíamos a lo mismo.

Yo no sabía ni que pensar, así que, por primera vez me fijé en las alas de Yurem. ¿¡Qué cosas eran!? Lo primero que vi fue el color, ámbar brillante; luego vi el tamaño, enormes para él, es mas, para cualquier persona; y por último vi su forma y su textura, ¿alguna vez imaginaste las alas de un dragón? Justo de ese tipo eran, igual de escamosas. Con unas alas como esas era raro que no se le hiciera difícil sacarlas.

– Hermosas – dije. Él se giró apenado y observé de reojo a Sue, que veía al chico con suficiencia, como si su expresión dijera “Este es mi alumno”.

– Para nada, son solo las cosas que me heredaron otros, no tienen nada que ver conmigo – expresó Yurem.

– ¿Cuando las obtuviste? – pregunté. Él se encogió de hombros y me contestó.

– Hace tiempo.

– ¿Hey niños, cuando quieren llegar? – nos apresuró Sue.

jueves, 21 de mayo de 2009

Princesa del cuento. IX

Hola!!! estoy entre deprimida y muy feliz...

acerca de lo de ayer... resultó que el eter nos arruinó la practica y hoy como llevé el mio pues nos salió perfectamente bien! asi que como hoy no tuve que quedarme horas extras estoy muy feliz :)

y la parte triste: resulta que el martes me iba a ir al concurso de mate y estaba bien feliz ^^ pero luego como no nos dejaron dinero para irnos ... pues no fuimos... :( y ya... estaba aceptandolo ayer.. y hoy casi estaba totalmente recuperada de mi depresion y
que llega el profe de mate y me da la CONSTANCIA de que "participé" en el concurso... y me sentí bien mal.... pesimo...

me dije "¿QUE?!!! PERO SI YO NI FUI"

y pues me deprimió más....

no es que no piense colocarlo en un marco y colgarlo en la pared...

meno... les dejo el siguiente capítulo de PdC (si no lo han notado son las siglas de Princesa del Cuento)

bueno... eso es todo

xq mi amiga Myk está aki molestando y no m dja terminar de escribir

Ciao

pasenla lindo y disfruten del capítulo!

♥kiss♥

Ann



9.

– ¿Eso fue todo?
– Si, te dije que no había por qué tener miedo.
Estábamos entrando en un establecimiento con un gran letrero desgastado en donde se leía con unas letras muy raras “Júpiter’s”.
– ¡Ter! ¡Amigo! ¡Cuánto tiempo ha pasado! – exclamó Sue al ser musculoso que estaba parado tras el escaparate de la tienda.
– ¿Ix? ¿Cuanto ha pasado? ¡Solo sabía que seguías vivo por los cargamentos de plasma Pram que te envío cada poco! – Dijo entusiasmado el hombre que debía de ser Ter – ¿y dime, quién es ella? Tiene rostro de terrícola, ¿acaso piensas comprometerte, amigo?
‘¿Quién es él?’ pensé para Sue.
– ¿Cómo dices? No Ter, ella es mi protegida, Mairi, estuve allá cuidándola nada más.
Ter dejó de ponerle atención a mi amigo a mitad de la frase y me examinó, no me gustó, pero apenas iba a quejarme, me dijo algo.
– Linda muñeca – me dijo muy vulgar – si éste no quiere quedarse contigo, ¿me acompañarías… a quedarte aquí?
‘¿Quiere que le ayude en su tienda? ¿O quiere algo más?’. A lo que entendí él me quería como posesión, cuando yo tenía que regresar con mis padres y Anelise. Sue asintió y le dijo a Ter.
– Es mi protegida, Ter, no quiere decir que no me interese – no me lo esperaba, pero me había salvado. Ter le guiñó un ojo y sonrió – a lo que venía, ¿tienes sustituto de comida humana?
– ¿Humana? Solo tengo charolas de comida congelada, ya sabes, esa que necesita rayos Uv o microondas para estar listas – mientras hablaba iba sacando las bandejas, que eran como las de astronautas, una charola blanca y un papel aluminio cubriéndola.
– ¿Y cuanto me van a costar? – Sue estaba escéptico.
– Si son para esta lindura –, se lo pensó – 3 por botella de Pram.
– 4 – estar tanto Tiempo en la tierra le había enseñado a regatear.
– ¿Y el polvo de estrellas?
– Lo siento Ix, hace unos días vinieron los tuyos y me lo decomisaron todo. – se disculpó Ter.
– Entonces solo esta comida.
– Son dos Pram.
– Era uno – se quejó mi amigo.
– Ix, amigo, tu sabes que las cosas suben de precio… – Sue no lo dejó continuar, tomó las bandejas y dejó una botella muy simple que sacó en algún momento de la mochila, y me jaló a la salida.
Me quedé conmocionada y no pude decir nada mas mientras estábamos dentro, pero ahora podía preguntar libremente lo que quería.
– Júpiter – Sue se me había adelantado.
– Por eso le dices Ter – afirmé.
– Claro, ¿por qué pensabas que era?
– ¿Por qué Ix? – cambié de tema.
– Su nombre es Ix Kydrin – una voz de hombre a nuestras espaldas respondió a mi pregunta.
– ¡Yurem! ¡Cuanto tiempo! ¡Diría que fue ayer cunado te dejé a cargo! ¿Qué te trae a Calisto? – le dijo entusiasmado Sue.
– Princesa Irina – el chico cuyo nombre parecía ser Yurem se arrodilló ante mí y yo quedé aterrada.
– No lo hagas – no estoy segura si lo pensé o lo dije, pero de todas maneras no me hizo caso.
– Levántate Yurem, la incomodas – me defendió Sue.
– Discúlpeme, princesa, me enviaron para escoltarla de regreso a casa – dijo el chico, aunque con la edad que parecía Sue, Yurem era el más grande de los tres.
– Vienes como vigilante, eh! – Kydrin se rió de algo que no entendí – bueno, estamos por tomar un bocadillo, ¿nos acompañas?
Yurem miró las charolas que aún llevaba Sue en la mano, como si fueran desechos tóxicos. Sue las guardó en su mochila.
– ¿Vas a comerte eso?
– No son míos, son para el camino – sonrió.
Otra vez me quedé sin habla, no estaba segura si el muchacho con el uniforme azul que tenía enfrente estaba ahí por coincidencia o fue premeditado, además no entendí por qué Sue lo trataba tan familiar, ni por qué el chico me miraba solo de reojo.
Se me ocurrió una idea y pensé que le decía ‘¿Quién eres?’ pero nada ocurrió, así que lo intenté de nuevo. ‘¿Yurem, quién eres?’. Nada.
– ¿Quién eres? – repetí en voz alta.
– Teniente de la tropa alfa vampírica, señorita – contestó inclinándose.
– ¿Eres un vampiro?
– No – dijo secamente, pero sin enfado.
– ¿Entonces? – esperaba que me contestara Yurem, pero Sue habló primero.
– Es un niño que por sus aptitudes entró en mi tropa – al instante me aventó un paquete de galletas que interceptó, aunque si no lo hubiera hecho, me habrían dado en la cabeza.
– ¡Yurem! – Se quejó Sue – ¿Si no aprende a atrapar un simple paquete de galletas que no hiere a nadie, cómo quieres que atrape una granada?
– ¿Granada? – dije aterrada esperando que fuera una broma.
– Su comida, princesa – Yurem no le hizo caso a mi amigo y me dio el paquete de galletas abierto. Cuando lo iba a agarrar, Sue se lo arrebató.
– ¿Qué le pusiste, chico? – le gritó observando el contenido de la bolsa.
– Nada – respondió inescrutable.
– Aunque no lo creas, te conozco, ¿te mandó la reina? – algo pasaba por la mente de Sue que no podía descifrar, y para terminar este asunto gritó exasperado – ¡Para qué te pregunto! ¡Mai, hora de irnos!
– ¿Eh? Si – intenté desplegar mis alas, pero estaba muy aturdida y cansada, ni siquiera sentí la punzada que normalmente aparecía cuando sacaba las alas, solo… me desvanecí.
– ¿Mairi? ¿Estas bien, amor? ¿Estas conciente? – escuche en un susurro decía Sue.
– Princesa, ¡Princesa Irina! Despierte, por favor… – no logré escuchar lo que decía Yurem.

miércoles, 20 de mayo de 2009

Christhian

holap!!!

antes de subir el capítulo.... pues les contaré


hoy me tuve que quedar hasta las 5 en la escuela xq tenia que terminar una parte de la practica en el laboratorio.... todo iba bien... pero la cosa esa no precipitaba (se separaba mas bien) entonces pues me dijeron "calientalo" pero como despues de un rato no se separaba ni el mio ni el de una chava (Rebeca) que lo estaba haciendo lo mismo k yo... pues y como mi compañera de equipo estaba haciendo otro análisis le dije a este chavo...


que cuidara nuestros tubos... pero el muy.... no nos hizo caso x estar jugando con el PSP (wall-e) entonces él movio los tubos xq estaba "silbando" o sea que ya se estaba pasando de evaporar... y cuando regresamos ... casualmente se cayeron los tubos y luego se puso a "pescarlos" con un termómetro...

pero cuando sacó uno... todo iba bien... y luego plop! se destapó uno... Y ERA EL MIO!!!!! se regó todo en el agua y me dio un ataque de risa histérica....

y luego casi me pongo a llorar.... y luego el karma se puso en marcha!!!

SE ROMPIÓ SU TERMÓMETRO!!!!!!!!!!!!!!

ajajajaja... eso me levantó el ánimo y m puse a hacer otra vez el procedimiento que CHRISTIAN!!! me habia hechado a perder

asi k por eso hoy está aqui....

pagando su culpa!!!

jajajaja


meno...

me voy a terminar el capítulo

ciao


♥kiss♥

Ann







claro... como no keria k me fuera arruinó mi análisis... lo mejor es k a él tambien le salió mal!! ja!ja!ja!

sábado, 16 de mayo de 2009

Listones

Meditando me acordé de una frase "poner el liston alto"... si la comprenden... k bn.. sino, con confianza, preguntenme... de verdad que no soy mala.... tal vez si un poco psicópata pero no mala :) así k bueno... despues de meditar la frase, terminé de arreglarme y me puse a escribir, y bueno, salió esto, espero les guste, pronto terminaré la parte IX de PdC,,, asi que no se desesperen ;)
♥kiss♥
Ann

Listones.
Acostada en su catre estaba una niña del orfanato, contemplando las figuras que se formaban por la pintura del techo. A los lados, sus amigos dormían placidamente, soñando con soldados, construcciones y juegos de te, pero no ella, no porque no quisiera, sino porque ella no parecía pertenecer al mismo lugar que los demás.
Y así, mientras meditaba, unas campanillas sonaron y un listón de su color favorito apareció justo sobre ella, a una distancia no tan corta como para alcanzarlo fácilmente y no tan lejana para no poder tomarlo.
Estiró su brazo y rozó con la punta de los dedos el listón, así que bajó la mano y lo intentó de nuevo, solo que esta vez el listón estaba más alto. Así siguió intentando cuando tuvo que pararse en el suelo descalza y se percató que sus compañeros también tenían una cinta de colores sobre ellos, pero estaban acostados y enfrascados en alcanzarla que no notaban a los demás, como le acababa de ocurrir a ella. Ella se concentró en la suya y cuando se subió a la cama para continuar vio de reojo a dos niñas que se levantaban para conseguir los suyos y ellas se veían entre sí como saliendo de un trance, las saludó discretamente y siguió con su tarea. Ahora se estaba subiendo al dosel y escuchó la primera voz en toda esa noche.
– ¡Eureka! – había gritado el chico de al lado, pues, a pesar de solo estar sobre el piso, ya tenía el listón verde entre sus manos.
No le importó, el verde no le gustaba, así que siguió buscando formas de atrapar su presa, pero mientras más se acercaba a ella, mas se alejaba.
Poco a poco cada niño y niña conseguían sus cintas y volvían a acostarse a dormir, hasta que solo quedaron tres infantes levantados: una niña más pequeña que ella, un chico al que su pijama le quedaba corta y ella.
Los listones se empezaron a juntar, y ellos los siguieron, apenas se tocaron las cintas roja, amarilla y azul, se enredaron y trenzaron y los niños, el querer atraparlas antes de que escaparan, chocaron.
En ese instante dejaron de estar en el frío dormitorio del orfanato y aparecieron en un salón blanco con muebles de época.
– Son los únicos que lucharon hasta el final por sus cintas, felicidades, son personas que no dejan ir sus sueños, y se imponen retos para alcanzarlos – así siguió el discurso mientras los listones se materializaban en las manos de sus dueños – Nunca olviden que sus metas están tan cerca y tan lejos como lo estuvieron estas cintas, y que la facilidad con la que los consiguen y el tiempo que duren solo es cuestión de ustedes mismos.
– ¿Cuanto tiempo podremos conservarlos? – preguntó la pequeña niña de la cinta azul.
– Todo el tiempo que quieran, y solo los que posean uno podrán verlos – respondió la voz.
– ¿Por qué nos escogió a nosotros? – lo cuestionó el niño de la pijama corta, jugando con su cinta amarilla.
– Yo no los escogí, ustedes lo hicieron – dijo el extraño – aquí solo llegan los que no se cansan de intentar ganar, yo solo les puse el cebo.
– ¿Quién eres? – preguntó ella, la chica de la cinta roja que sostenía su obsequio como si fuera algo peligroso.
– Su conciencia y la de todos, así cada quién me escucha como le es mas fácil, y de una forma distinta, debido a que nadie es igual a otro.
Su respuesta la desconcertó, pero cuando iba a hacer su siguiente pregunta, regresaron al dormitorio. Al llegar, los listones de los demás niños se habían evaporado.
Ellos se despidieron para dormir y ahora, muchos años mas tarde y bastante luego de haber sido adoptados, son personas exitosas que aún conservan sus listones, y que cuando están tristes los sueltan para volver a jugar a alcanzarlos, no es que lo consigan muy seguido, porque se quedan dormidos antes de que el listón llegue al techo, lo que quieren en el fondo es regresar a la habitación blanca y saber por qué ellos, que eran los menos sobresalientes antes, ahora son tan buenos en lo que hacen.
Nada excepto ellos saben de los listones, y con cada logro, son más largos y llegan más alto. Solo ella entendió para que eran, pero no importa, es feliz y exitosa.

jueves, 14 de mayo de 2009

Princesa del cuento. VIII

hola!!! estoy feliz (a pesar de que me pusieron a limpiar el piso)
asi k como recompensa les pondré otro capitulo de "princesa del cuento"!
bueno
menos charla y mas historia...
lo mejor es que esta no es tan corta---- a decir verdad es bastante larga,
en comparacion a lo que suelo escribir.
Pasenla lindo!
♥kiss♥
Ann

8.
‘Detesto pasar por la aduana’, pensé mientras esperaba a que la fila entre las aduanas se redujera un poco. ¿Cómo entretenerme mientras espero a pasar a la ventanilla para entrar al mundo Material?
Dejé mi planeta hace tiempo para unirme al ejercito de su majestad el Rey, fui el mejor de mi clase, y el más joven, tan vez fue esto lo que llamó la atención de los Capitanes de la armada, Guardias alfa, beta y gama de la tropa vampírica, vaya nombre mas adecuado, más de la mitad de los reclutas y los soldados son vampiros, además de sus capitanes: Ix Kydrin, Anes Vakew y Qwon Tide, los tres mejores de su clase.
Me asignaron una misión, e inmediatamente al concluir, me asignaron una tropa. Desde ese momento estaría al mando del capitán Kydrin.
Apenas me enteré de semejante suceso, el capitán se dio un minuto en su ocupada agenda para conocerme y sin previo aviso me dejó al mando de la tropa, acababa de ser transferido de cadete a teniente en menos de un día. No hice prueba, el capitán solo me dijo:
– Buen trabajo, tengo una misión, te encargo la tropa. ¡Cuídala, eh!
Y se fue. Después de eso y de un tiempo, me llegó un mensaje de él, para que pasara a recoger a la princesa Anelise, en esos días no había aduana, así que era un lío transportar algo o alguien hacia esta parte del universo. Tardé bastante en encontrarla y más enviándole otra reserva de plasma al capitán.
Desde que apareció la aduana, se hizo mas ágil para la mayoría de la gente, porque era más fácil localizar a la gente, pero una vez que todos se percataron de este detalle, se había convertido en un caos terrible para todo aquel que no era príncipe heredero o rey.
– ¿Cuál es su plan para su estancia en el mundo Material? – la voz monótona de la recepcionista de antenas lilas que sonaba por el interphone, me sacó de mis cavilaciones.
– Es confidencial.
– ¿Quién lo recibirá? – intentó otra vez.
– Es confidencial.
– ¿Por cuanto tiempo? – ¿qué no les enseñan a rendirse?
– Es confidencial.
– ¿Algo en que pueda ayudarle? – ¡al fin!
– Esto me dijeron que se lo entregara – tato tiempo había estado esperando, que había olvidado darle la nota del rey a la recepcionista.
Ella vio el papel que le tendía con desdén y lo tomó como si de algo explosivo se tratara. Lo leyó primero apresuradamente y luego cuando terminó lo leyó de nuevo deteniéndose en cada una de las palabras que habían escrito.
– ¿Te-teniente? ¡Oh! Disculpe mi impertinencia, yo no… – dejé de ponerle atención, nadie creería que soy militar, y menos un teniente, todos piensan que soy demasiado joven, eso es lo que explicaba en tono de sorpresa en la voz de recepcionista.
Pasé el arco metálico que delimita un mundo del otro, caminé un poco por la rampa de aterrizaje de vehículos y militares, y me quité el saco y la camisa blanca del uniforme. Por haber salido con prisas no me la había cambiado por la de viaje, pero, quién me manda a tener alas…
Mis alas… es mejor que crean que soy solo un militar y no un duque.

Princesa del cuento. VII

Holap! tres dias han pasado y no he subido otra parte
que mal me siento....
y por eso
les dejo este antes de irme a comer
unas brochetas que hice con mi hermana...
....que no terminan d estar xq la verdura esta CRUDA!!!!
bueno... dej de quejarme y les dejo esto
espero k les guste! aunque sea un poco miniaturizado
Ann
♥kiss♥



7.
‘¿Cómo? ¿Cómo voy a pasar?’
Me quedé petrificada a un palmo de distancia de los asteroides, como si una pared invisible nos separa.
‘No puedo’, pensé, ‘no quiero quedarme aquí pero tampoco quiero pasar’
– ¿Quieres regresar? – me preguntó Sue.
– No, tampoco quiero eso – aseguré – es solo que… intimida.
– Ya se – él volvió a sonreír, puso una de mis manos en su hombro y la otra la tomó entre las suyas –. Cierra los ojos y no te sueltes.
– ¿Es seguro?
– Si – me contestó después de pensárselo un momento – así me aseguro de que si pasa algo, tú sales ilesa y te protegeré.
– Eso me dolería más que si el golpe fuera mío.
– Entonces procura no soltarte y no nos pasará nada.
– Bueno – solo eso dije antes de cerrar finalmente los ojos y sentir como Sue me llevaba a través de los asteroides que tanto me asustaban.

martes, 12 de mayo de 2009

Princesa del cuento. VI

Hola! hoy estoy un poco apurada asi k ls djo el 6, que aunque es super cortito, dice varias cosas para lo que sigue ;)
Si tngo tiempo les subo el 7.... pero tambien es cortito
Pasenla lindo!
♥kiss♥
Ann


6.
– Teniente – una mujer con voz de soprano y porte elegante, me habló – mi hija está en camino, ahora mismo está atravesando la vía Láctea, esta mañana se encontraba en Marte. Es su orden encontrarla en Calisto, darle eso y por favor, traerla sana y salva.
– Sí señora – respondí.
Aun no comprendo como yo, un muchacho que aparenta 20 años, vestido con un uniforme militar azul oscuro con detalles naranjas en los hombros y cuello que me diferencian como teniente y como miembro de mi escuadrón, puede parecer elegante cuando se compara con la señora que me estaba hablando. Le dirigí un saludo militar, de esos que nos enseñan los primeros días en el ejercito, me di la vuelta y cuando iba a salir, la dama agregó.
– Teniente, se que sabe que su capitán es el guardia de mi hija, pero si es necesario, relévelo de su puesto, y si no lo es, acompáñelos solamente como refuerzo.
– Sí, señora – ahora si pude salir.
La presencia que emana de esta mujer es imponente, ahora se por qué ella fue la heredera del reino.

lunes, 4 de mayo de 2009

Princesa del cuento. V

Hola!!! yo dsd la comodidad de mi casa me he puesto a escribir, ya que estamos en "alerta sanitaria" y no voy a la escuela hasta el jueves....
eso es bueno xq me choca levantarme temprano y malo porque me atraso en la escuela.
Les dejo este caítulo k acabo de terminar...
perdon x la tardanza pero me fui de viaje desde el martes y apenas regresé anoche.
Disfrutenlo y djnm sus comentarios.
Ann
♥kiss♥


5.

Estaba tan ansiosa por ese momento que me había acostado directamente sobre la arenilla que cubría la tierra comprimida y reseca de donde nos habíamos detenido.
– ¿Ya vienes, verdad? – me dijo, apenas apareció frente a mi, vestida de azul claro, de ropa estilo oriental.
– Así es –, e inmediatamente recordé agregar – su majestad.
– No, no Irina – ella sacudió violentamente su cabeza – para ti siempre he sido solo yo, no la reina…
– ¿La comunicación no la deja decirme su nombre, verdad? – Quería indagar un poco en su vida, aunque no fuera mucho – creo que Sue lo mencionó una vez, pero no lo recuerdo. Le preguntaré.
– ¿Qué tal tu día? – quiso saber. Suspiré.
– Ahora mismo estoy durmiendo sobre la superficie de Marte, llegamos en la tarde, pero como aún no me acostumbro a estas cosas – señalé a mi espalda, donde debían estar mis alas, que en ese momento no se veían – me canso muy rápido, a este paso llegaremos a este lugar en una eternidad o dos…
Ella estaba preocupada, e intentó disimularlo al reír.
– Coméntaselo a Kydrin, tal vez él pueda ayudarte. Al principio es cansado usarlas, pero el plasma las fortalece.
– Yo no bebo plasma – le dije extrañada – solo probé un poco, pero ni Sue ni yo hemos bebido plasma desde que salimos.
Ella se molestó mucho, cuando ella iba explotar, desperté. Que corto había sido el sueño de esa noche.
– Buen día, ¿dormiste bien, Mai? – me dijo Sue al despertar.
– Claro, ¿dónde está mi cuaderno? – tenía que anotar lo poco que soñé.
Después de que habíamos descubierto mis alas, regresamos a mi habitación por ropa, una foto de mi abuela, Sue y yo, y el diario de sueños. Él dijo que era absurdo llevar tanto, y me mostró su mochila que solo llevaba paquetes de algo que no sabía que era, una muda de ropa y unas botellas que reconocí como plasma. No me importó que llamara innecesarias a mis cosas, de todas maneras quería llevarlas. Y como yo no las iba a cargar…
Terminé de escribir mi sueño, mientras Sue espiaba sobre mi hombro. ‘¿Por qué yo no bebo plasma como tú?’, intenté decirle con mi pensamiento.
– Tú no debes beberlo.
– Ella se molestó mucho porque yo solo había probado plasma y no lo bebía constantemente – le expliqué.
– ¿Ella conoce el color de tus alas? – inquirió.
– No – su pregunta me sacó una duda – ¿Ellos también tienen alas?
– Algunos – dudó – los que beben plasma.
– ¿Y yo? Yo no bebo esa cosa, solo la probé…
– Lo sé – llevó sus manos a mis mejillas y se colocó muy cerca de mi – Tú eres especial.
Él no me dejaba que lo besara, pero al parecer hacía todo lo posible para provocarme, aunque si yo se lo decía, simplemente lo negaba.
– ¿De qué color son las de los demás? – desvié el tema.
– Según la persona, las mías son plateadas, las de los de mi clase son grises, pero ninguna llega a mi color – se burló, pero compuso su expresión y continuó – Las de la reina son rosa plateado y las del rey son azul plateado.
– ¿Y las de Anelise?
A – No lo sé, las suyas deben haber salido mientras estaba contigo – me explicó.
– ¿Por qué rojas? – Mi desesperación llegaba al límite – ¿por qué no plateadas como las tuyas? ¿O rosas? ¿O azules? ¡¿O VERDES?!
– Porque eres aún humana, hermosa – seguía sosteniendo mi cabeza.
– ¿Entonces cómo es que tengo alas? ¡Los humanos no tienen alas! – estaba empezando a calmarme.
– Fueron 14 años, amor, el color de las alas va de acuerdo a la personalidad, algunos dicen que el plasma las aclara, incluso yo pensaba que era lo que les da brillo, pero las tuyas son tan luminosas, tan brillantes, eso no lo hizo el plasma, fuiste tú – cada vez se acercaba un poco mas para atormentarme.
‘Bésame’ le dije en mis pensamientos. Cada vez que algo se me hacia vergonzoso o me daba pena decírselo, solo pensaba en que lo hacía y esta segura de que él iba a comprenderlo.
– No puedo.
‘¿Por qué?’
– ‘Las princesas no se quedan con sus guardaespaldas’ – me citó – ¿recuerdas?
– Pero también siempre consiguen lo que se proponen y lo que quieren – agregué.
Él se rió y me tomo de la mano para levantarme.
– Es hora de irnos, Mai – era muy curiosa la forma en que pronunciaba mi nombre, era como si con él intentara acariciar una rosa… no se, era raro.
– Me canso muy rápido –, me quejé – Tú eres rápido, todo un veterano, pero yo, soy una niña, una novata – le jalé un poco la mano para acercarme a él – ¿No hay nada que me ayude a mejorar?
– Nada de lo que intentes hará que te bese – me advirtió divertido, yo solo le sonreí – ¿Para mejorar, dices? Pues práctica o…
– ¿O qué? ¿Plasma? – insinué alzando una ceja.
– Si pero al parecer el Plasma… te haría perder luz – me dijo – perder tu esencia.
– ¿Entonces no hay nada? – Le dije mas cerca.
Sue tragó saliva y se volteó.
– Me pones las cosas muy difíciles, Mai – pasó un momento, parecía que deliberaba que contarme y continuó sin verme – Existe…
– ¿Si?
– Existe el Polvo de Estrellas – me dijo.
– ¿Qué es eso?
– El plasma es lo que le da vida a una estrella, el polvo de estrellas es como… su fruto – me explicó.
– ¿Para qué sirve entonces? – ‘¿Es solo para hacer más fuertes mis alas?’ agregué mentalmente.
– En mi caso, no, para los de mi clase es… rejuvenecedor – al parecer le costaba trabajo encontrar las palabras adecuadas – Para las almas es como un afrodisiaco.
– ¿Y para mi? – ya que me estaba dando explicaciones, debía aprovechar. Es solo que a veces es tan necio.
– Como ya sabes, fortalece tus alas, imagino también que provoca algo en ti similar a lo que el plasma en mi – esperó muchos minutos y ahora si me miró, de tal forma que me sonrojé – Eres hermosa.
– Ya me lo has dicho muchas veces – le dije, cuando ahora era yo quien no quería verlo a los ojos.
– Y te lo seguiré diciendo siempre, por siempre o hasta que tú ya no quieras.
– ¿Y si quiero algo más? – volví a pegarme a su pecho.
– ¿Como qué? – él tragó saliva con fuerza y me miró.
– ¡Tengo hambre, llevo un día sin comer! – me quejé.
– Es que una vez que te salen alas, ya no tienes la necesidad de comer.
– Pero tengo hambre – insistí – ¿tú que comes?
– Monstruitos como tu que no quieren levantarse – me dijo muy serio. De pronto me di cuenta de que no me habia querido mover de donde estaba y cuando pensé que hablaba en serio, él rió y agregó – ¡es broma! Ya te había dicho que solo bebo plasma cada 28 días.
– Ja-ja-ja – intenté ser lo más sarcástica que pude – ¿y entonces qué comeré yo?
– ¿Monstruitos?
– ¡Ya en serio!
– Como eres medio humana – dijo sacando uno de los paquetes plateados de su mochila – te traje bocadillos humanos.
Al tomar la bolsita noté que era de unas, aunque no muy apetitosas, galletas dulces que podía comer.
– No traje muchas, pero alcanzarán –, me advirtió – al menos hasta que pasemos el cinturón de asteroides y pueda comprarte algo decente.
– No importa, con esto tengo para un rato – dije entre bocados.
– Vamos, quiero llegar pronto al otro lado – me jaló de la mano.
Aun con un bocado en la boca, desplegué lo mas rápido que pude mis alas, cosa que me pareció muy doloroso, y gracias a la galleta no grité.
– Con el tiempo y la práctica se reduce el dolor – intentó distraerme.
– Pero mientras tanto sigo igual – estaba agotada y él lo sabía, pero aun así se empeñó en que empezáramos el viaje del día, y es lo suficientemente necio para no querer darme plasma que yo sabía traía en la mochila.
– ¡Oh, hermosa, no me mires así! – lo había estado mirando con reproche en la mirada, cosa que él no podía resistir, pero así como yo conozco su punto débil, Sue conoce el mío, y me habló de esa manera suya que me obligó a hacerle caso – Vamos, te diré las reglas…
– ¡Reglas! – No he sido buena con seguir las reglas.
– Son simples, y para tu propio bien – sonreía, pero no me estaba mirando, solo contemplaba el paisaje, una inmensa oscuridad de panorama – Si es un asteroide grande, evádelo; si es uno pequeño, salta sobre él. Procura no chocar con ellos, no te hará mucho daño, y tampoco es que vaya a dejar que te toquen, pero a mi sí – apretó un poco más mi mano, se detuvo y me miró – No te sueltes, por favor, amor.
Me petrifiqué, de pronto había aparecido una pared gigante, formado únicamente de asteroides de todos tamaños. Cuando mencionaban esto en la escuela siempre pensé en una línea de puntitos que viajan a velocidad inmensamente rápida, solo que entre mis fantasías y esto, había una gran diferencia: estos no eran puntitos.
– ¿Y si te suelto? – estaba muy asustada.
– Piensa con esa cabecita tuya en mi ayuda, es más, grítame con ella, y yo te encuentro – respondió con tal seguridad que no noté que también le preocupaba esa posibilidad.
– Correcto, vamos – no estaba tan convencida, así que le solté en son de broma – pero no me sueltes si te da miedo, eh!, que no estoy para rescatarte.
– ¿Y eso es para mi o para ti?
Dicho esto, avanzamos hacia la pared que teníamos enfrente.