jueves, 21 de mayo de 2009

Princesa del cuento. IX

Hola!!! estoy entre deprimida y muy feliz...

acerca de lo de ayer... resultó que el eter nos arruinó la practica y hoy como llevé el mio pues nos salió perfectamente bien! asi que como hoy no tuve que quedarme horas extras estoy muy feliz :)

y la parte triste: resulta que el martes me iba a ir al concurso de mate y estaba bien feliz ^^ pero luego como no nos dejaron dinero para irnos ... pues no fuimos... :( y ya... estaba aceptandolo ayer.. y hoy casi estaba totalmente recuperada de mi depresion y
que llega el profe de mate y me da la CONSTANCIA de que "participé" en el concurso... y me sentí bien mal.... pesimo...

me dije "¿QUE?!!! PERO SI YO NI FUI"

y pues me deprimió más....

no es que no piense colocarlo en un marco y colgarlo en la pared...

meno... les dejo el siguiente capítulo de PdC (si no lo han notado son las siglas de Princesa del Cuento)

bueno... eso es todo

xq mi amiga Myk está aki molestando y no m dja terminar de escribir

Ciao

pasenla lindo y disfruten del capítulo!

♥kiss♥

Ann



9.

– ¿Eso fue todo?
– Si, te dije que no había por qué tener miedo.
Estábamos entrando en un establecimiento con un gran letrero desgastado en donde se leía con unas letras muy raras “Júpiter’s”.
– ¡Ter! ¡Amigo! ¡Cuánto tiempo ha pasado! – exclamó Sue al ser musculoso que estaba parado tras el escaparate de la tienda.
– ¿Ix? ¿Cuanto ha pasado? ¡Solo sabía que seguías vivo por los cargamentos de plasma Pram que te envío cada poco! – Dijo entusiasmado el hombre que debía de ser Ter – ¿y dime, quién es ella? Tiene rostro de terrícola, ¿acaso piensas comprometerte, amigo?
‘¿Quién es él?’ pensé para Sue.
– ¿Cómo dices? No Ter, ella es mi protegida, Mairi, estuve allá cuidándola nada más.
Ter dejó de ponerle atención a mi amigo a mitad de la frase y me examinó, no me gustó, pero apenas iba a quejarme, me dijo algo.
– Linda muñeca – me dijo muy vulgar – si éste no quiere quedarse contigo, ¿me acompañarías… a quedarte aquí?
‘¿Quiere que le ayude en su tienda? ¿O quiere algo más?’. A lo que entendí él me quería como posesión, cuando yo tenía que regresar con mis padres y Anelise. Sue asintió y le dijo a Ter.
– Es mi protegida, Ter, no quiere decir que no me interese – no me lo esperaba, pero me había salvado. Ter le guiñó un ojo y sonrió – a lo que venía, ¿tienes sustituto de comida humana?
– ¿Humana? Solo tengo charolas de comida congelada, ya sabes, esa que necesita rayos Uv o microondas para estar listas – mientras hablaba iba sacando las bandejas, que eran como las de astronautas, una charola blanca y un papel aluminio cubriéndola.
– ¿Y cuanto me van a costar? – Sue estaba escéptico.
– Si son para esta lindura –, se lo pensó – 3 por botella de Pram.
– 4 – estar tanto Tiempo en la tierra le había enseñado a regatear.
– ¿Y el polvo de estrellas?
– Lo siento Ix, hace unos días vinieron los tuyos y me lo decomisaron todo. – se disculpó Ter.
– Entonces solo esta comida.
– Son dos Pram.
– Era uno – se quejó mi amigo.
– Ix, amigo, tu sabes que las cosas suben de precio… – Sue no lo dejó continuar, tomó las bandejas y dejó una botella muy simple que sacó en algún momento de la mochila, y me jaló a la salida.
Me quedé conmocionada y no pude decir nada mas mientras estábamos dentro, pero ahora podía preguntar libremente lo que quería.
– Júpiter – Sue se me había adelantado.
– Por eso le dices Ter – afirmé.
– Claro, ¿por qué pensabas que era?
– ¿Por qué Ix? – cambié de tema.
– Su nombre es Ix Kydrin – una voz de hombre a nuestras espaldas respondió a mi pregunta.
– ¡Yurem! ¡Cuanto tiempo! ¡Diría que fue ayer cunado te dejé a cargo! ¿Qué te trae a Calisto? – le dijo entusiasmado Sue.
– Princesa Irina – el chico cuyo nombre parecía ser Yurem se arrodilló ante mí y yo quedé aterrada.
– No lo hagas – no estoy segura si lo pensé o lo dije, pero de todas maneras no me hizo caso.
– Levántate Yurem, la incomodas – me defendió Sue.
– Discúlpeme, princesa, me enviaron para escoltarla de regreso a casa – dijo el chico, aunque con la edad que parecía Sue, Yurem era el más grande de los tres.
– Vienes como vigilante, eh! – Kydrin se rió de algo que no entendí – bueno, estamos por tomar un bocadillo, ¿nos acompañas?
Yurem miró las charolas que aún llevaba Sue en la mano, como si fueran desechos tóxicos. Sue las guardó en su mochila.
– ¿Vas a comerte eso?
– No son míos, son para el camino – sonrió.
Otra vez me quedé sin habla, no estaba segura si el muchacho con el uniforme azul que tenía enfrente estaba ahí por coincidencia o fue premeditado, además no entendí por qué Sue lo trataba tan familiar, ni por qué el chico me miraba solo de reojo.
Se me ocurrió una idea y pensé que le decía ‘¿Quién eres?’ pero nada ocurrió, así que lo intenté de nuevo. ‘¿Yurem, quién eres?’. Nada.
– ¿Quién eres? – repetí en voz alta.
– Teniente de la tropa alfa vampírica, señorita – contestó inclinándose.
– ¿Eres un vampiro?
– No – dijo secamente, pero sin enfado.
– ¿Entonces? – esperaba que me contestara Yurem, pero Sue habló primero.
– Es un niño que por sus aptitudes entró en mi tropa – al instante me aventó un paquete de galletas que interceptó, aunque si no lo hubiera hecho, me habrían dado en la cabeza.
– ¡Yurem! – Se quejó Sue – ¿Si no aprende a atrapar un simple paquete de galletas que no hiere a nadie, cómo quieres que atrape una granada?
– ¿Granada? – dije aterrada esperando que fuera una broma.
– Su comida, princesa – Yurem no le hizo caso a mi amigo y me dio el paquete de galletas abierto. Cuando lo iba a agarrar, Sue se lo arrebató.
– ¿Qué le pusiste, chico? – le gritó observando el contenido de la bolsa.
– Nada – respondió inescrutable.
– Aunque no lo creas, te conozco, ¿te mandó la reina? – algo pasaba por la mente de Sue que no podía descifrar, y para terminar este asunto gritó exasperado – ¡Para qué te pregunto! ¡Mai, hora de irnos!
– ¿Eh? Si – intenté desplegar mis alas, pero estaba muy aturdida y cansada, ni siquiera sentí la punzada que normalmente aparecía cuando sacaba las alas, solo… me desvanecí.
– ¿Mairi? ¿Estas bien, amor? ¿Estas conciente? – escuche en un susurro decía Sue.
– Princesa, ¡Princesa Irina! Despierte, por favor… – no logré escuchar lo que decía Yurem.

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