miércoles, 27 de mayo de 2009

Princesa del cuento. XI

es imposible creer que ya vaya en la 11.... pero así es la vida...

son la 1:48 am.... xq estoy aki si es miercoles en la madrugada?

simple... tengo un sueño mortal y un insomnio inmortal.... asi k ni uno ni otro se dejan ni me dejan a mi dormir... aaaaaaawwwwwww(bostezo!!) .... ahora si

como regalo xq estoy apacible y x el regreso de mi libreta de DS les dejo este capi... prometo que pronto subiré el siguiente de DS... lo k pasa es k como perdí la hilación de en lo k estaba... pues ahoa hay k volverlo a leer ;) no es k me disguste pero .... bueno.... mejor el capitulo de hoy

11.

– Capitán, no le diga a la señorita Mairi quién soy, tal vez se lo tome a mal, no quisiera que ella me viera equivocadamente si le dice lo que hice para estar aquí – Le dije lo más educadamente posible a la persona con aspecto de muchacho adolescente en que se había transformado el capitán Kydrin.

Mientras tanto, ella observaba extasiada los astros celestes, pasar a nuestro lado. Tenia un rato que había comido sus alimentos, entonces eso le había dado fuerza para seguir volando. Llevábamos ya bastante tiempo volando, tal vez si lo contara en días no sería solo uno, pero eso no era lo importante, porque había cosas que no debía saber la señorita Mairi aun, cosas relacionadas conmigo.

– ¿Que no le diga qué? – él me miró como si no me entendiera, pero yo sabía que era una falsa cara para confundirme – ¿que también eres un príncipe heredero el cual desertó para convertirse en militar? ¿O que fue porque no querías un matrimonio arreglado? ¿O tal vez fuera el hecho de no respetar tus derechos como príncipe? A un duque se le permite escoger una esposa, y bueno, a los príncipes se le… asigna una. En ese caso tú elegiste adoptar el título que por derecho te confería, y gracias a la procedencia de tu padre terminaste como Duque, dejando como heredero a tu hermano recién nacido, o a tu hermana perdida. Solo te fuiste dejándolos solos a su suerte y son su futuro incierto…

– Les dejé todo lo que tenía – lo interrumpí, ese no era mi Capitán, el Kydrin que yo conocí era una de las personas mas amables que existían… probablemente el “rejuvenecer” lo puso en este estado – todo, eso no me importaba, además, ellos no podían obligarme a que me casara con una princesa que no conocía – recordé algo, como si fuera un flash en mi memoria – ¿y qué hay de ti? Abandonaste a Gena y a Quim para entrar en este espectáculo y cuidarla a ella, y ni siquiera tuviste intención de saber de ellas.

– No te metas – mi diana acababa de dar en el blanco – lo que pase entre mi familia y yo no es de tu incumbencia – ¿qué le dirás a Mairi? ¿“Solo cuidan la casa”? ¿o mejor te esperamos afuera?

Kydrin no quería hablar de ellas, realmente espero que nunca se enteren e esta conversación, pero mientras tanto no podía dejar que me atacara, debía mantener esta batalla hasta que él se calmara totalmente, tal vez era solo la presión de estar en su ambiente de nuevo.

– Ya veremos cuando lleguemos, mientras quiero enterarme de que hicieron mientras estaban allá – este era un tema mas ligero que el anterior.

– Solo la dejé ser ella misma – me explicó – hace unos días se enteró de la realidad que tenía.

– ¿Entonces por eso no sabe lo de su boda?

– ¿La boda arreglada como la tuya? – se burló. Su mal genio había pasado, ahora era el mismo de siempre.

– Esa misma.

– Deberías contarle a Mai quién eres – sugirió Kydrin.

– Lo sé – respondí – pero tú también deberías hablarle de su boda y lo que tiene que saber acerca de su hogar.

– ¿Y arruinar el viaje?

Él disfrutaba ser sarcástico, pero cuando estaba con la princesa era otra persona, incluso diferente a como era con Gena y Quim, como si ella lo transformara. Eso no podía pasar, Irina estaba comprometida con un príncipe influyente de algún lado del universo al que no había visto.

– Le diré lo que necesite saber apenas nos acerquemos a Andrómeda…

– Abrieron el pasaje – le avisé – después de que llegó tu aviso de tu estadía con la señorita Mairi, mandaron a terminarlo, aunque es un lío pasar por la aduana, lo inauguraron unos días después de que llegara la princesa Anelise, pero como te la has pasado con ella no estabas enterado.

– Era trabajo – se justificó.

– No importa, sea lo que sea, estabas con ella – no tenia sentido seguir discutiendo así que regresé al tema del que nos habíamos salido – Como ya abrieron el pasaje, tenemos un permiso especial para pasar apenas lleguemos, y está a poco tiempo de mi casa.

– ¿Tu casa en donde vives ahora o la anterior?

– La casa de mis padres.

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