viernes, 11 de diciembre de 2009

Princesa del Cuento. XXII

22.

Quim y Mamby me miraban como si las acabara de traicionar, y después de meditarlo un segundo me di cuenta de mi error. Estaba tratando a Onix como si fuéramos cómplices. La verdad solo lo estaba haciendo porque me encontraba un poco cansada, intentando relajarme por lo del secuestro, intentando olvidar lo que me estaba pasando justo en ese momento, cosas como que la persona con la que hablaba era de hecho mi secuestrador. Luego sin importarme agregué.

Qué lástima que te soltaste.

Ahora tendrás que quedarte conmigo me advirtió.

No me queda otra alternativa.

Solo que no esperaba que el insecto y la rata con alas se quedaran contigo agregó despectivamente creí que tu hermanita nos sería mejor compañía.

¿No te basta con tenerme solo aquí?

La verdad es que no.

Él se veía tan sonriente que casi sentí pena por el golpe que le propiné un segundo más tarde, luego, con el poco aire que había recuperado, terminó sofocado.

Pero me alegra que tus amigas se hayan quedado a cuidarte.

Nada de esto es gratis le recordé.

Pero vale la pena.

No me tocarán advertí ni a ellas.

“Ellas” no estaban en nuestra conversación, a pesar de que podía malinterpretarse por el tono de voz con que le hablaba, se habían despistado en el momento del golpe que le propiné.

Correcto, pero no era necesario que me golpearas se quejó Onix incorporándose ouch, tienes una buena derecha.

Defensa personal, mas los genes correctos le expliqué con una sonrisa al parecer no soy tan débil como pensaba si puedo herir a mi tío… Aunque parezca de mi edad.

Y era verdad, él tenía gran parecido con la reina, pero en cuanto a edad parecía la misma que Anelise y que yo. Tenía el mismo porte elegante que rodeaba a mi madre, el mismo cabello, y la misma autoridad que parecía apoderarse de nosotras, pero en cuanto a lo demás, bueno, era más como mi persona versión masculina.

No comprendo logró articular Quim.

Onix me volteé hacia él y le pregunté ¿no te importa que te diga así, verdad?

Para nada.

Onix puede decirle cosas a las personas telepáticamente, y me hizo una propuesta comencé a explicarles yo me debía quedar aquí y ustedes podrían irse sin ser perseguidas, por eso les pedí que se fueran, siéndoles franca creí que lo harían, pero como pueden ver tiendo a equivocarme.

Pero entonces…

Si, es como un matrimonio arreglado puse cara de asco.

Yo me lo había buscado, si esto servía para salvar a mi familia y a las personas que eran importantes para mí, valía la pena llevarlo a cabo, lo malo es que habría muchas personas que estarán decepcionadas de mi decisión.

Para fines meramente políticos terminó Mamby.

Me alegar que se quedaran les confesé se que les sonará egoísta pero es lo que pienso, eso me ayudaría a pasar viva toda esta locura.

Pero… Quim intentó tomar valor para seguir ¿esto fue una trampa?

¡No! No, como crees wow, sabía que esto podría pasar él me dijo que si lográbamos salir, yo tenía dos opciones: irme con ustedes y tener la gran posibilidad de que nos capturaran a todos otra vez, o quedarme y convertirme en su esposa con la certeza de que ustedes se irían y ellos no las seguirían.

¿Eso quiere decir que nos secuestró a nosotras nada más para tenerte a ti? Mamby estaba en lo cierto, porqué teniendo a siete princesas sin esposo, ¿solo me quería a mí?

No lo sé, es obsesivo, supongo…

¿Bien y entonces…? ellas no terminaban de comprender.

Ahora ustedes tienen dos opciones dije, aunque no tuviera el mínimo derecho irse libremente o quedarse a acompañarme en este circo.

No lo llames circo Onix seguía nuestra conversación aunque solo omitía un comentario cuando estaba totalmente en desacuerdo con alguien, apenas había un movimiento, solo hasta entonces había hablado recuerda que es tu boda y como cualquier novia podrás organizarla.

¿Qué le iba a decir? Nadie me había metido en este lio, yo solita habái caído en su trampa y no tenía derecho a quejarme si quería que él dejara en paz a mi familia.

 

No te preocupes, podremos casarnos ahora y esperar el año que nos falta para tomar el trono en el castillo me había susurrado.

Luego me explicó que al cumplir 18 años, y si estaba casada debía ocupar el puesto de mi madre en la corte, y por consiguiente también el reinado.

No supe que contestarle en ese momento, pero cuando ya estábamos afuera y noté que no llegaríamos tan lejos decidí hacer justo de lo que intentaba escapar.

Matrimonio de estado.

Compromiso por bienes de Estado.

Boda sin amor.

Luego pensé en Kydrin y en lo mucho que había querido que mi primer beso fuera de él. En Yurem y como todos decían que me amaba más que a cualquiera o cualquier cosa. Y en Christopher, a quien yo amaba y de quien me estaba separando definitivamente, aunque ese no fuera el término correcto puesto que no te puedes separar de alguien con quien nunca estuviste.

Volví al presente, estábamos caminando hacia las habitaciones de huéspedes.

No pueden salir del edificio, aquí tienen cocina, baño y camas, todo lo que necesitan para sobrevivir Onix me llevaba de la mano, sujetándome fuertemente, y ellas caminaban por detrás de nosotros . No están obligadas a quedarse, pero si salen es su responsabilidad lo que les ocurra. Aquí están bajo mi protección, afuera no.

Les siguió dando indicaciones del sastre, de la comida y de la convivencia. No presté atención, yo imaginaba que no era la mano de Onix la que me llevaba, sino la de Christopher, y que no íbamos a mi prisión, sino a ver a mis padres para pedirles su aprobación de nuestro matrimonio y su bendición.

Christopher.

Christopher.

Christopher.

Christopher.

Christopher… eso es lo que pensaba.

Cuando las dejamos a ellas pensé que me dejaría a mí en la habitación de junto, del tipo que eran lujosas habitaciones pero no extravagantes. No, él avanzó hasta que en mi mente conté 386 Christophers, luego solo me advirtió.

Aquí te quedarás siempre luego abrió la puerta y me hizo pasar.

Por todos lados había lujos, al punto en que dejé de pensar que las habitaciones de Quim y Mamby eran ostentosas y me concentré en encontrar un solo punto en que la habitación no dijera Onix.

¿Te gusta? me preguntó una vez que asimilé mi entorno.

Demasiado negro le respondí sinceramente, aunque si en lugar de ser él con quien tuviera que estar fuera Christopher, no me importaría lo más mínimo.

Él besó mi mano, me dejó ahí y prometió que la habitación combinaría conmigo.

‘Ónix y rojo’ pensé, haciendo un gesto de asco en mi imaginación, ‘Mejor negro, rojo y dorado’ ahora mi yo interno sonrió otra vez, dando saltitos de alegría en mi cabeza.

~¿Combina el plateado con el rojo?~ Me preguntó Sue.

¡Qué alegría, mi amigo de nuevo me hablaba en mi cabeza! Al menos así no me sentía tan sola como en el momento anterior.

‘No lo creo’ le contesté mientras me recostaba en la mullida alfombra oscura.

~¿Dónde están Mamby y Quim?~ Así que por eso me hablaba, solo para corroborar que estaban a salvo. Bueno, ella era su hija, tenía derecho a preocuparse por ella. Aunque a mí me doliera, él tenía que saberlo.

‘Nos quedaremos a la boda’ decidí incluirme para no levantar sospechas de mis planes. Mi voz mental había sonado feliz, aunque yo claramente sabía que sentía amargura muy dentro de mí.

~Me alegro de que estén juntas~ Vislumbré su sonrisa triste, pero antes de que pudiera estar segura, se desvaneció. ~Hace unas horas llegó Anelise~

‘¿Está bien?’ me sentí culpable, casi hice que su destino fuera el mismo que el mío.

~Si, pero dice que se quedaron ustedes tres a defenderlas~ ¡No! ¡Ahora él querría saber en dónde nos encontrábamos!

‘¿Está por ahí Christopher?’ cambié de tema abruptamente… y él lo notó.

~¿Aún las siguen, verdad?~ No iba a decirle la verdad.

‘No pueden saberlo los demás, la última vez creímos que estábamos a salvo, pero nos encontraron antes de reemprender el viaje’

~Entiendo, me siento culpable, yo debería estar ahí cuidando de ti, y ahora no puedo ni ir a buscarte~ Sonaba triste, y mucho.

‘Te quiero, Sue. Si no hubieras estado casado habríamos sido una gran familia’ le confesé.

~¿Ahora me comprendes?~ me dijo.

Inconscientemente recordé todos los momentos que quise besarlo y él decía que lo nuestro no podía ser, además recordé que yo creí en cierto momento que eso se debía a mi situación social, pero todo el tiempo fue para que yo no fuera simplemente “la otra”.

‘Si pero Yurem…’

~Yurem decidió su vida hace mucho tiempo~

‘¿Y eso es…?’

~Defendiendo a las personas que quiere lo mejor que pueda sin dejar de ser él mismo~ Por segunda vez, creí que Yurem y yo teníamos mas en común de lo que todo el mundo cree.

Cerré los ojos y pensé en Christopher y en Yurem, en cómo me trataban. Ambos me querían pero yo no creí estar con alguien tan… como yo.

Yurem tenía una forma de pensar y de analizar las situaciones muy similar a la mía, pero Christopher sabía que era lo mejor para mi, y por alguna razón mi corazón se había ido con él.

~Christopher te extraña~

‘¿Cómo dices?’

~Hace un rato preguntaste si él estaba por aquí, y si, pero no se ha movido de su habitación desde que llegó, dijo algo como “solo si ella regresa”, está muy triste…~ me contó mi amigo.

Rompí a llorar. No podía hacerlo sufrir, no a él, no podía hacerle eso. Un cosquilleo en mis espalda me dijo que la mitad de mi quería ir a consolarlo (la mitad que controla mis alas) y la otra mitad sabía que si iba y le decía lo que planeaba hacer lo haría sufrir más.

‘Solo dile que estoy bien y que también lo extraño’ y luego amargamente tuve que agregar, ‘Gracias por ayudarme siempre, desde que me conociste, incluso ahora, mírate, desde lejos intentas reconfortarme, de verdad lamento haberte reclamado por lo de Quim la otra vez’

Incluso en mi cabeza parecía que estaba llorando.

~Cualquiera pensaría que te estás despidiendo…~ él sonaba alegre, como si quisiera bromear para olvidar lo que de mí se entendía, lo pensó y siguió contándome lo sucedido, como si no hubiera dicho lo último. ~No debería decírtelo, pero cuando llegó Anelise y él la vio, por un momento creyó que eras tú y…~ no terminé de escucharlo.

No quise y no pude, si Christopher había… No, no debía ni pensarlo. No pude porque en ese momento entró Onix hecho una furia.

¡Los llamaste! me gritó ¡Ahora viene toda la tropa a rescatarte!

No entiendo no dudé en decir más, lo que fuera que lo alterara tenía demasiado poder sobre él.

Ahora adelantaré las cosas, no pretendo obligarte a ser mi esposa, no es de caballeros me dijo haciendo caso omiso a mi comentario anterior ellos no te tendrán tal y como llegaste, y con un poco de suerte no podrás negarte a ser mi esposa, a fin de cuentas, para ellos nunca será igual agregó mordazmente en mi oído.

Me inmovilizó en el suelo, yo ni siquiera había llegado a levantarme, y menos porque ahora él estaba sobre mí. Temí lo peor. No habría beso. Eso lo había dicho, pero “no negarme” me había dado escalofríos

Me besó el cuello, los hombros y todo a lo que pudo acceder, desató las cintas que tenía amarradas tras la nuca y siguió con su escrutinio.

Estaba horrorizada. No podía hacerme eso, no podía.

‘Christopher, ¡Christopher!’. De pronto ya no era Onix quien estaba sobre mí, sorbiendo toda la esencia que mi cuerpo despedía, sino Christopher… pero no mi Christopher.

¿Así que es en él en quien piensas? seguía siendo la voz de Onix.

Mi mente me gritaba que no era mi Christopher, pero mi cuerpo no le hizo caso y comenzó a reaccionar al más leve roce. Esto excitó a mi captor.

Tal vez no es tan malo haber adoptado su forma ahora sus manos jugaron conmigo.

Cerré mis ojos, dejé que mi mente creyera que era Christopher y no Onix quien me estaba violando, y así tal vez no fuera tan duro superarlo.

Sentí cuando me quitó lo que quedaba de ropa, no me importó, mi mente se deleitaba pensando en “meine Liebe”.

Eres mejor de lo que esperaba tal vez mi mente me estaba jugando una mala pasada, porque fue la voz de Christopher la que me dijo eso no entiendo como ese chico te desperdició.

Esa simple frase arruinó la ilusión. Imaginé a Christopher en su habitación, desesperado por mi ausencia, ilusionado porque tal vez regresaría con Anelise, y luego lo vi junto a ella, besándose.

Justo cuando llegué a esta parte mi cuerpo se desconectó totalmente de mi mente, por dentro lloraba de que ésta imagen hubiera sido real, y por el otro, mi cuerpo había llegado al clímax con Onix ocupando el puesto de mi amado.

“No podrás negarte a ser mi esposa” sonó en mi cabeza y lo comprendí al fin… un bebé.

Un pequeño con cara de de ángel y alas de fuego es lo que quería, un heredero.

Un bebé Onix.

Mis dos partes separadas se volvieron a encontrar, sufrí un espasmo de dolor y Onix se rió.

¿Ya lo comprendiste, no amor? había vuelto a su forma, a pesar de ser muy atlético, no era meine Liebe.

Ahora y siempre ese había sido el lugar de Christopher, y había sido él quien me había enseñado que significaba “meine Liebe”.

Ahora ya no importa.

Él siguió jugando en mi interior, cada poco lo sentía vaciándose dentro de mí, chupando mis pezones y mordiéndome la oreja, pero nunca tocó mis labios, tal como lo había prometido, seria yo quien querría ser besada.

Nunca pasó.

Cuando tuvo suficiente y mas, me metió a la ducha y siguió poseyéndome bajo el agua, aunque no quise me excité.

Déjate llevar, amor, te será más fácil me decía.

Terminó de enjuagarse y se vistió, dejándome tirada sobre el azulejo.

Alguien te encontrará me prometió, pero no me importó y dejé que la oscuridad que intentaba tragarme me cubriera.

Me perdí en las aguas tranquilas de la inconsciencia, del desmayo. En un lugar donde los dolores carnales no son tan malos como los mentales.

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