domingo, 20 de diciembre de 2009

Princesa del Cuento. XXIV

24.

Había sido un alivio verla parada frente a todos. ¡Era ella! ¡Estaba bien! Pensé. Pero cuando me acerqué para abrazarla, para besarla, mi cuerpo se paralizó.

No era Mairi, no eran sus alas, no era su piel color avellana, ni sus ojos color ámbar. La chica que tenía adelante era más… verde.

¡Anelise! ¿Dónde están Quim, Mamby e Irina?

exigió saber la reina, ella era la que se encontraba más cerca del grupo que recién había llegado.

Yely Szummel, Cavi Quod y Suzari Neptum, iban con ella. Por lo que había dicho la reina, aún faltaban tres, entre ellas mi Mairi.

Anelise, cierto, había soñado tanto con ver a Mairi que olvidé que ella y Anelise eran gemelas.

Se quedaron a detener a los guardias

Anelise estaba muy triste, culpable. Ella no había querido dejar sola a su hermana pero algo la había obligado a regresar.

No quise oír más, lo mas calmadamente que pude me alejé de la habitación y dirigí hacia la mía, la que me habían proporcionado mientras estuviera aquí. Por el camino me encontré a Yun, él y Kydrin estaban planeando atacar una base militar. Para evitar el conflicto le pedí.

Que nadie me moleste a menos que regrese Mairi.

¿La amas? me preguntó.

Más que a cualquier cosa me di la vuelta y antes de abrir la puerta agregué

incluso que a mi propia vida.

Me encerré en la recamara. Si, amaba a Mairi, mucho.

Pensé en todo lo que habíamos pasado.

La hermosa chica que me había distraído en mi recital, que misteriosamente se había desvanecido. Cuando me estaba cambiando y me había encontrado. La niña que estaba sentada en la mesa, tan aburrida. La princesita que había sido secuestrada conmigo y que irradiaba una intensa luz dorada. Que se había encomendado a mí para salir de eso a salvo. Quien no creía que llegaríamos nunca a casa de Gena. El ángel que creía que la había engañado y que se preocupaba tanto por Yun y Kydrin, ellos que no valían nada, no la habían podido proteger y ella aún así los cuidaba, ella que no me creía cuando le conté la historia del bastardo de Kydrin y luego…

La hermosa señorita que me veía con ojos de amor en el baño de Quim y que se había puesto celosa por un romance que imaginaba que yo tenía con Gena. La dulce persona a la que vi dormir y de quien no soportaba mantenerme lejos. La que me había visto charlar con Gena y luego había desaparecido.

Me enfoque en ese día, hacía solo unos días.

Ella había ido a la cocina, se había detenido y después entrado… Me disculpé con Gena y fui a buscarla, no quise que estuviera sola, pero la entrar, nada, solo un extraño olor dulce que se esparcía por toda la casa.

¿Mai? seguí buscándola, en vano.

No la encontrarás Gena se escuchaba muy segura. Ella sabía algo.

¿Por qué?

Ella era Irina no era una pregunta, ella ya estaba segura de esta situación, pero aun así le contesté, por si acaso lo había dudado.

¿Y eso qué?

¿Lo sabías?

Claro.

Debí decirle a ese chico Black.

¿Qué…?

Nada, ellos la buscaban en el centro y les dije que estaba aquí

ella fue indiferente al hablar, no le importaba lo que hubiera sido de mi pequeña Mairi.

No pude creerlo. Gena no podía haberla delatado. Pero… pero si ella odiaba tanto a Irina como nos hacía creer, tal vez pudo haberlo hecho…

¡Ya deja de ponerte así! No le pasará nada. ¡Quim!

llamó a su hija.

Pero ella tampoco apareció. Gena estaba muy triste y de pronto, tal y como había dicho Mairi el día anterior, llegó Kydrin.

¡Oh, Ix! desde que se había enterado que yo sabía toda la verdad, me había evitado Quim… ¡Quim no aparece!

Está con Irina dijo tranquilamente, como un profesional. Luego me miró y me dijo

tú vienes conmigo.

Después de dejar a Gena llorando, nos dirigimos a la casa de Mairi, el palacio imperial ubicado en el Mundo entre los mundos.

¿Cómo lo sabes? lo cuestioné.

Mairi me lo dijo.

¿Ella está bien?

Si, pero no podemos ir por ella, podría ser muy peligroso

la chispa de esperanza que se había formado en mi pecho se apagó.

Mairi seguía con los Black.

Después, cuando llegamos, la reina me recibió como si me conociera desde siempre, no vi a mi madre, pero la reina me dijo que ella ya estaba enterada. Me instalaron y al otro día llegó Anelise. Se escucha rápido pero para mí fueron horas eternas, de modo que yo sentí pasar días en vez de tan escaso tiempo.

Ahí terminó mi recuento. Mairi aún no aparecía y Kydrin ya estaba de salida.

Ella te extraña

me dijo, y luego se fue.

Yo le entendí, dejé la biblioteca, regresé a mi habitación y lloré aún más en silencio. No podía creerlo, ¿cómo es que sin estar aquí, él sepa cómo estaba ella y yo no? Varias horas después apareció.

Primero pensé que era un fantasma, pero luego su bello rostro expresó una tristeza y un sufrimiento que yo nunca podría haber imaginado que en ella se vería. Entonces reaccioné.

¡Mairi! saboree su nombre en mis labios, como un elixir de vida

Anelise me lo contó todo.

Ok, nos contó, pero ella no tenía por qué saber que yo no había querido escucharla.

¿La… besaste?

¡No! casi lo hacía, pero tenía que suavizarle la verdad No reaccioné igual que como pasa cuando estoy contigo.

¡Lo siento! tal vez mentí mal, porque ella cayó de rodillas y rompió a llorar.

No llores , estaba asustándome, pero si ella era un fantasma no iba a poder abrazarla pronto estarás aquí, conmigo.

Yo no quería, pero Onix, él…

yo no sabía quién era Onix, pero él le estaba haciendo mucho daño a mi amor.

Volvió a llorar.

¿Te besó? me preocupé, por ella y porque él le estaba haciendo daño.

No soy su esposa ella dudó a la hora de contestar y siguió llorando amargamente.

Tranquila intenté consolarla, y a pesar de que me enfermaba hablar de él, seguí

Kydrin está en camino.

No funcionó.

¡No! ella se alteró ¡Christopher, no! a pesar de que amo como suena mi nombre cuando ella lo dice, esta vez me asusté mucho más de lo que ya estaba

Él… él… y yo…

Sabía que hablaba de Onix. Sabía que era algo tan malo que no lo podía mencionar. Sabía que no era su esposa, pero entonces…

Corrí, ¡ella no me pudo hacer eso! ¡Ella era Mi Mairi! Y ahora ella había estado con Onix, con el que le hacía daño… Ella ya no era mi Mairi.

Seguí corriendo, la única que estaba cerca y que podría ayudarme era la reina.

Ella estaba llorando, escuchaba voces y lamentos a través de la puerta, pero el rey no estaba. Abrí un poco la puerta y en contra de mis principios, escuché.

… Onix me inmovilizó, dijo que adelantaría las cosas , la voz de Mairi inundó mi corazón y lo hizo bailar, pero cuando escuché el dolor y el llanto con el que hablaba me llené de impotencia que yo no regresaría tal y como me fui y que no me iba a negar a ser su esposa, y luego… y luego… escuché un golpe, como si ella hubiera caído otra vez, seguía sollozando, no lo podía creer Yo no quería, y él no me obligó casarme con él, pero quería un bebe, y cuando se transformó en Christopher, yo… yo… ella me amaba. Había estado con Onix porque él se había transformado en mi yo sabía que no era él pero mi cuerpo no me creyó… y luego se fue… y cuando le conté a Christopher, él… él…

eso fue todo.

Quería correr hacia ella, decirle que la amaba, que le creía, pero estaba inmóvil. La reina se agachó y la levantó un poco, la abrazó y pude ver todo el dolor que sufría Mairi… Meine Liebe.

Probablemente me odiaba por lo que acababa de hacerle, quería ser yo quien la consolara, pero había desaprovechado mi oportunidad. Avancé un paso y Mairi se desvaneció.

¡No, Mairi! grité.

Tú tienes la culpa de la mitad del dolor que sufre, ella no estaba así ayer, ella se quedó para que a ti no te pasara nada me reprochó la reina de espaldas a mí

y tú la pusiste así. Vete de mi vista.

Ella tenía razón, yo la había puesto así… y Onix.

Yo no la había dejado contarme nada, y ella… ella sufría por mi culpa…

Ahora quién era el bastardo.

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