domingo, 14 de junio de 2009

Princesa del cuento. XII

holap! perdón por tardarme tanto, pero esque es mi fin de semestre y kiero terminar bien....

entonces se me pasa subir el capitulo y pues... eso...

vale

no se si les guste este o no... pero a mi si.... asi k espero que lo disfruten leyendo, tanto como yo lo hice escribiendolo :)

♥kiss♥

PD: terminé de leer hasta el 3 libro de Vampire Academy, leí la zaga de Crepusculo y Brisingr de la de Eragon, ademas Sangre de Tinta (zaga Corazón de tinta) y ademas tengo que reportar practicas e irme a los conciertos y ensayos.... ¿creen que he estado ocupada?

jajajaja

♥kiss♥

Ann


12.

Después de tantas horas de vuelo, de las pequeñas comidas que había dado, y del reencuentro entre Yurem y Sue, estaba cansada. No físicamente, pero había algo en mi que me pedía un poco de paz.

Ellos habían estado platicando un largo rato y llevaban tanto tiempo sin verse que no quería interrumpir su conversación, aunque por momentos pareciera que iban a golpearse en pleno viaje, estaban bastante tranquilos, sospecho que para que no me preocupara.

Yo iba mirando las estrellas, pensando en que en la escuela nos dicen que hay millones y ellos jamás se plantean estar tan cerca y sin necesidad de trajes espaciales…

Algo sucedía conmigo, de pronto no podía respirar.

– ¿Mairi? – me llamó Sue – ¡Mairi! – gritó después de notar que no respiraba, había hecho que se preocupara – ¿Mairi qué tienes?

No tenia forma de hablar, no sin aire en los pulmones. ‘No respiro’

– ¡Qué tonterías dices, claro que puedes! – me dijo Sue.

– ¿Qué tiene, señorita Mairi? – me preguntó Yurem.

– Solo inhala, como si estuviéramos en la Tierra – sugirió mi amigo, y para disipar las dudas del chico, agregó – Ella cree que no puede respirar.

– Eso es absurdo, no necesita respirar – exclamó extrañado.

– Yo lo se, tu lo sabes, pero ella – movió la cabeza en mi dirección – no quiere aceptarlo.

– Señorita Mairi, no necesita respirar, lo hace solo por inercia o la necesidad de percibir olores y sensaciones a través del olfato – intentó explicarme Yurem.

‘¿Yo soy medio humana, recuerdas?’ le dije a Sue.

– Entonces explícame como es que llevas tanto tiempo sin respirar y no has muerto – me retó, pero yo no supe contestar – a menos que estés haciendo trampa.

– ¡Yo no hago trampa! – le solté, pero involuntariamente había tomado aire, así que me contradije a mi misma.

– ¡Ja! Sabía que funcionaría – se burló mi amigo – nos vamos, ya hemos perdido mucho tiempo con tu ataque de pánico.

– Es solo que no había notado que estamos en el espacio y no necesitamos de trajes espaciales para respirar – intenté explicarme.

De improviso los dos empezaron a reírse.

– Llevamos casi una semana volando aquí a más velocidad que una nave espacial terrícola y ¿no te habías percatado de que no necesitamos respirar? – se burló de nuevo Sue.

– ¡Absurdo! – Dijo entre risas Yurem, apoyando así a mi amigo en su burla – qué poco observadora es usted, señorita Mai.

– Ya déjenme en paz – me quejé.

Después de darme cuenta de detalles que cualquier persona diría imposibles, seguí volando, como si nunca hubiera dejado de hacerlo, ‘Tampoco tengo necesidad todavía de dormir’ compartí con mi amigo.

– Te dije antes que eran hábitos malos de humanos – Sue me sonreía – si, amor, humanos…

– Soy medio humana…

– Cada día en el espacio eres más…

– No lo digas – supliqué – si lo dices me harás sentir… anormal.

– ¿Anormal? – Fue Sue quien se quedó callado al escuchar hablar con tanta devoción al chico – Señorita, usted es la princesa, es la persona más normal en nuestro mundo, quien tiene más suerte y más admiradores en toda la unión galáctica, todos están ansiosos por saber como es y como ha cambiado en todo este tiempo.

– Eso me asusta – sin querer reduje la velocidad – ¿y si no soy lo que ellos esperan?

– Eres mucho mejor de lo que todos podrían esperar – me respondió suavemente Sue.

– Si ellos no lo notan, es que están ciegos – agregó Yurem.

– Espero que no se crean todas las mentiras que planean decirles – advertí.

– Prometo no mentir – aseguró Yurem.

– Prometo no salirme de la realidad – dijo Sue con voz de ángel, como si creyera que iba a caer en su trampa.

– Eso no me asegura que no mientas – corroboré.

– Lo se – se encogió de hombros – pero no diré que tienes superpoderes o alas que brillan en la oscuridad.

– Tramposo – le grité – eres malvado, Yurem, relévalo de su cargo.

– Pero señorita Mairi…

– No pienso discutir esto contigo – dije desdeñando a Sue – no quiero volver a verlo en mi presencia.

– Lo que diga, señorita Mairi.

Aceleré el batir de mis alas, esperando escuchar las de ellos o algo, pero el silencio se prolongaba cada vez más.

– ¿Sue?

– ¿Si? – dijo justo a mi lado.

– ¿No deberías haberte ido ya?

– Nadie puede prohibirme visitar a los padres de Yurem, así que vamos en la misma dirección.

– Pero no quiero verte – mi mal humor regresó.

– Eso debiste haberlo decidido cuando llegó Yurem – se rió – ahora estoy en mi deber de guardaespaldas y no harás que decline de mi cargo.

– ¿Es broma, verdad?

– De hecho no – la voz de Yurem justo detrás me sorprendió – al aceptar voluntariamente al capitán al principio de mi misión me deja fuera de sus decisiones futuras, pero si yo lo considero inapropiado, es mi decisión relevarlo o no, aunque hasta ahora ha hecho un buen trabajo.

– ¿Qué? ¿Acaso conspiran en mi contra?

– Velar por su seguridad no es una conspiración, princesa – aseguró Sue.

– ¡Sue!

– Está bien, Mai, pero no salgas con tus barbaridades otra vez si no quieres que tenga que amarrarte para que llegues a salvo con tus padres… – agregó mi amigo.

– ¿Yurem? – intenté que me apoyara él.

– Lo siento señorita Mai, pero en este caso – respondió, ya íbamos por mal camino y ni siquiera habia terminado la frase – aunque sea una locura, creo que el capitán Kydrin tiene razón.

– ¡Conspiración!

Ellos se rieron de mi reacción, pero me limité a acelerar e intentar dejarlos atrás, aunque con el tamaño de las alas de Yurem y la agilidad de Sue era una posibilidad muy remota.

– Princesa berrinchuda – se burló sue, para variar – todo por haberla mimado tanto…

– ¿Mimarme? ¿Quién? ¿Mi abuela? ¿Las MP? – lo reté.

– Tu abuela – aseguró, creo que se calló la última parte de su declaración.

– ¿Sabes quién mas? – le pregunté sin esperar respuesta – recuerdo a un niño que me iba a despertar antes de la escuela para que no se me hiciera tarde.

– Yo no lo recuerdo – Sue se había puesto muy serio.

– Y me llevó las tareas para que no me atrasara cuando estuve deprimida… – recordarlo era doloroso, pero valía la pena.

– ¿Quién? – se aventuró Yurem.

– Ah, nadie, creo que son cosas que él no querría que yo lo comentara – le respondí.

– Nadie quiere que divulguen sus… – se lo pensó acerca de seguir hablando.

– Sigue Sue – lo apremié pero enseguida cambié de idea – ¿Yurem, ya llegamos?

– Ah pues creo que es aquel planeta de allá – no podía estar indeciso, a fin de cuentas era su planeta.

– ¿Aquel verde con franjas naranjas? – intenté adivinar.

– Si, eso creo.

– ¿Y por donde está el paso para mi casa?

– De hecho es un túnel, algo como un agujero negro, que va desde el otro lado del planeta, pasa por su mundo y va al mismo punto pero del otro lado del universo – me explicó.

– ¿Algo como en el triangulo de las bermudas?

– Es exacto como eso, solo que en lugar de atravesar solo un planeta, va por todo el universo – aseguró Sue.

– Bien vamos – les dije – quiero conocer a los padres de Yurem.

Una vez arreglado lo que planeábamos hacer, reanudamos nuestro camino rumbo al planeta de Yurem.

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