miércoles, 22 de abril de 2009

Princesa del cuento. IV

otro mas de Princesa del cuento, estoy cansada y con sueño...
hambrienta....
cerebros....
jajaja

ciao

♥kiss♥
Ann

4.
No estoy totalmente segura si fue él o la mujer de mis sueños, quien me llamó Irina, pero estoy convencida de que él nunca me besó como yo deseaba, solo se había sonreído.
– ¿Irina, cuéntame, como estuvo tu día de hoy? – preguntó muy entusiasmada la mujer de mis sueños.
– Ha sido el día más raro de mi vida – le confié –. Murió mi abuela, mi mejor amigo es un vampiro, además de extraterrestre, al parecer soy una clase de princesa y resulta que mi difunta abuela tiene que ver con el hecho de que Sue siga aquí cuidándome.
– Irina, todo se va a arreglar, tarde o temprano, pero nunca dudes de que yo estaré ahí apoyándote – me aseguró.
Nunca había sentido el amor de una madre, no con la mía, pero mi abuela había sido siempre mi consuelo, un año y medio antes de que entrara a la secundaria, me enteré de que ella me había dejado con mi abuela “por un tiempo, mientras las cosas se arreglan”, solo que ese tiempo no había acabado aún. Cuando pasó esto, lloré todo lo que no había llorado en mi vida, sentí que mi madre no me quería y que había sido abandonada. Como si fuera paria, o estuviera contagiada de alguna enfermedad rara.
No se lo que pasó en ese tiempo fuera de las cuatro paredes de mi habitación. Comía, dormía y me aseaba ahí (mi habitación tiene baño propio), Sue me llevaba tareas y trabajos de la escuela y se pasaba el día abrazándome, intentando consolarme de mis penas. Pero no podía consolarme porque yo no quería estar bien, quería sentirme desdichada, quería sentir dolor por mis penas.
En este punto, en donde yo estaba en la mas profunda de las depresiones, cuando yo ya quería dejar de vivir, llegó ese trabajo: “Si no vivieras aquí, ¿Dónde estarías? Si tu vida no fuera esta, ¿Cómo sería? Si tú no fueras Tú, ¿Quién serías?”, yo imaginé las cosas mas extravagantes e imposibles que pasarían; pensé que era una princesa en un reino muy lejano, como en los cuentos, y que mi príncipe llegaba a salvarme de un dragón. Para explicarme diré que una chispa de esperanza, de vida más bien, nació en mí.
Al día siguiente fui a la escuela a entregar mi trabajo, todos se sorprendieron, porque ya llevaba cuatro meses sin asistir, mis calificaciones aun eran buenas, pero no asistir me había hecho reservada, ahora pienso que eso que sentía puede compararse hasta cierto modo con la muerte de alguien, la muerte de mi “benévola madre” y el nacimiento de la mala que me había abandonado.
Sue estuvo siempre conmigo, sacándome de mi depresión cada vez que recaía, ya fuera con bromas, con recordatorios o con recriminaciones, pero siempre conseguía que saliera de esa fase. Nunca le he preguntado si fue por obligación o porque simplemente era mi amigo y no quiero saberlo, “prefiero vivir en la negación”. ¡Que ridículo se escucha!
Luego de eso, cuando ya casi estaba repuesta del melodrama que había armado, Sue entró a la secundaria, yo estaba feliz por él, pero me sentía sola otra vez. Para que me sintiera mejor, él iba todos los días, sin falta, a mi casa saliendo de la escuela, era reconfortante.
Luego cuando entré también a la secundaria y, aun con sueños raros con una mujer que me contaba cosas de un lugar que no conocía, olvidé a mi madre. Ahora me daba cuenta de que mi madre siempre habia sido mi abuela.
– ¿Cuál es tu nombre? – me atreví a preguntarle a la mujer con la que me acababa de encontrar.
– Las limitaciones de comunicación no me dejan decírtelo – me explicó.
– Eso supuse – a estas alturas de hoy ya estaba acostumbrándome a respuestas a medias – ¿eres familiar de Sue?
– ¿Quién es Sue? Lo mencionas mucho pero no se a quien te refieres.
– Kydrin.
– ¡Ah! ¡El capitán Kydrin! – su rostro reflejó reconocimiento – no, de él no.
– ¿Eres entonces Anelise?
– No – pero a pesar de su respuesta, sonrió para animarme.
– ¿Pero, eres de mi familia?
– Si – ella sonrió aun mas, como diciendo “estas cerca”.
– Eres mi m-ma-madre – tartamudee.
De nuevo mi sueño me jugó una mala broma, porque en ese momento, y sin conocer la respuesta, desperté.
– La reina – concluí.
– ¿Qué tiene que ver la reina aquí? – Sue había aparecido de la nada.
– ¿Tú qué haces aquí?
– Te dije que estaría aquí hoy temprano – se burló.
– ¿Si? ¿Y como para qué vienes tan temprano? – me quejé.
– Porque tenemos poco tiempo antes de irnos – me explicó – quiero que dejes todos los cabos atados.
– ¿Cabos? No tengo cabos sueltos – sonreí – solo tú eras un cabo suelto, pero como vienes conmigo no hay mas que esperar.
– Yo sí quiero hacer algo antes de irnos.
– ¿A que hora nos vamos?
– Antes del amanecer, sino tendremos que esperar otro día y es muy complejo el papeleo.
– ¿A donde vamos? – él estaba empezando a abrir mi ventana, no sería preocupante, solo que mi habitación estaba en un segundo piso.
– No te asustes, no te soltaré – para que estuviera mas tranquila me tomo en brazos y saltó por la ventana. Cerré los ojos, esperando a sentir el impacto con el piso, pero nunca sucedió. Vi pasar muchas casas bajo nosotros y de pronto, se detuvo cerca de una ventana abierta – entra – me ordenó.
No protesté, estaba aun mareada por el vuelo, él entro también, no entendí como habíamos volado desde mi casa, hasta la habitación de… solo que no sabía de quien. Había tres chicas acostadas en el suelo, las tres MP que llevaban casi dos años molestándome, Sue me abrazó por sorpresa y me besó muy cerca de la boca. Imaginé que era para que ellas pensaran que era un beso real, como si él fuese mi novio, pero nos quedamos ahí para averiguarlo. De pronto, ya no estábamos en la habitación. Era en una azotea de algún sitio.
– ¿Estas bien? – pude ver a su espalda la silueta de las casas con el cielo aclarado, casi iba a amanecer.
– ¿Si, por qué estamos aquí?
– Antes de irnos, debes ver algo – él se quitó la camisa blanca que llevaba y me dejó ver su espalda – ¿qué ves?
Donde debía tener los omóplatos había 2 líneas plateadas como el Plasma.
– Apártate un poco – sugirió. Ahora, de las líneas habían brotado unos hilos, delgados como la seda, tan frágiles como las telarañas, formando algo muy parecido a las alas de murciélago, pero en vez de negras, plateado traslúcido. – Las tuyas no son así…
– ¿Cómo que las mías? ¿Acaso tengo unas? – pregunté ilusionada.
– ¿Naturalmente, cómo crees que volveríamos? ¿En un cohete?
– Eso creí, pero, ¿cómo son mis alas?
– Lo averiguaremos pronto – él ser alado que parecía ser Sue me rodeó, con una mano me sujetó del hombro y con la otra rasgó mi blusa por la mitad de mi espalda, y sentí sus dedos tocando suavemente mi columna vertebral. Me estremecí y justo en ese momento, salió el sol.
Un dolor agudo brotó de mi espalda, no se de donde exactamente pero muy fuerte. Sentí que sangraban mis hombros, que estaba muriendo, que me caía por el borde del edificio, pero Sue me tenía bien sujetada por los hombros. No caería ese día. Y luego nada, no sentí ningún dolor, pero pude notar que ahora mi cerebro controlaba algo que antes no estaba ahí.
Un par de alas hermosas, como las de un cisne, pero tan rojas como la sangre que creí derramada un momento antes.
– Hora de ir a casa, hermosa mía – y mientras lo decía, tomó de la mano a (inserte nombre) y se marcharon al espacio mientras el sol despertaba al mundo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Siento mucho los problemas q sta sufriendo tu país.

Aqui en España solo hay un caso confirmado de alguien q viajó a Mexico y estan comprobando a unas cuantas personas más q viajaron allí y presentan algun sintoma.

Weno, speremos q no vaya a más