sábado, 26 de septiembre de 2009

Princesa del Cuento. XVII

vale...

lo prometido es deuda...

ya saben...

si kieren otro

dejen su mensaje

^^

hasta la proxima!!

^^

Ann

17.

– ¿Puedes ver en la oscuridad? – le pregunté.

– Tú también deberías, ya que es tu luz interna la que ilumina toda la habitación – me explicó.

– Entonces tú serás mis ojos porque yo no veo nada.

Terminó de cortar las cuerdas de mis pies y liberó mis alas. Pero antes de que se me ocurriera sacarlas me previno de no hacerlo en esa habitación. Salimos muy silenciosamente y corrimos por muchos pasillos, él sujetaba firmemente mi mano y yo intentaba vislumbrar cualquier detalle a mí alrededor sin conseguirlo. Nos detuvimos. Él empujó suavemente una puerta y me dijo.

– Apenas salgamos haz aparecer tus alas y aléjate lo más rápido que puedas.

– ¿Y tú? – si me estaba ayudando a escapar, no podía dejarlo ahí.

– Haré lo mismo, pero si me capturan de nuevo – me miró a los ojos y por vez primera pude ver los suyos. Eran color miel y expresaban una inmensa preocupación – quiero estar seguro de que al menos tú si pudiste escapar.

– No te puedo dejar – sin darme cuenta me había acercada más a él, y ahora estaba suplicándole que no me dejara sola – ¿Y si me atrapan? ¡Ni siquiera se algo sobre defensa personal!

– Vaya que eres necia – dijo sujetándome fuertemente por la cintura sin alterar la voz – con tus alas impúlsate hacia arriba y no te sueltes.

– Aun no soy princesa y ya estoy enfrentándome a situaciones de peligro – bufé.

– Yun diría que tienes alas de militar – y antes de que pudiera protestar colocó su dedo índice sobre mis labios – cuando abran cierra los ojos, no soportaría que vieras lo que está a punto de pasar.

Le hice caso y antes de que pudiera contar hasta 10 escuché el seguro de la puerta, entró un extraño con algo raro en unas bandejas. Cerré los ojos y logré escuchar como golpeaba contra algún lado y dejaba de quejarse al instante, luego me jaló al exterior y sentí unas microscópicas descargas de energía emanando desde el cuerpo de Christopher. Abrí los ojos para verlo y las estrellas interrumpieron mi propósito, eran más hermosas de lo que parecían desde la Tierra. Todo era diferente, desde las plantas, las personas y sus ropas, hasta los medios de transporte. De algo estaba segura, nadie allí tenía alas.

Reaccioné y mis alas se materializaron sobre las manos de Christopher y se agitaron desenfrenadamente y sin descanso hacia el espacio exterior.

– Me gustaría poder tocarlas – susurré al universo.

– Aun no estás en condiciones de jugar con ellas – me contestó Christopher.

– Es posible jugar con ellas – esa era un preciosa virtud que me gustaría compartir.

– No – me respondió con una hermosa sonrisa.

– Mentiroso – dije a mi vez, riendo – ¿sabes Christopher? En mi planeta nadie creería lo que estoy mirando.

– Deja de llamarme así, me hace sentir como si fuera un anciano – se quejó.

– ¿Y entonces?

– Dime Chris…

– No, necesitas un pseudo nombre adecuado… algo como… no se, alguno, pero que no tenga nada que ver con tu nombre, – ¿por qué estaba diciéndole esto justo ahora? Ni siquiera podía llamarlo “amigo” y ya estaba hablándole como si lo conociera desde siempre.

– Vaya si eres rara.

Un muchacho sincero no lo encuentras en cualquier lado, ni aunque fuera un espacio tan grande como el universo.

– Si no fuera rara, no estaría aquí en este momento – me justifiqué.

Él había conseguido que olvidara mis preocupaciones, que básicamente eran ser secuestrada y vendida en el mercado negro, nada fuera de este mundo.

– Tienes razón, si fueras una simple humana no te hubiera conocido ni te convertirías en una princesa en solo unos días – agh, de nuevo esa palabra, ¿qué no podían conformarse con que solo fuera yo misma?

– ¿Por qué casarme? – ahora estaba otra vez molesta, con qué facilidad cambiaba de estado de ánimo, ojala no me estuviera convirtiendo en bipolar.

– Porque eso se espera de ti... – sonaba como un lamento, pero no me aseguraba nada.

– ¿Entonces por qué no solo beso a quien yo quiera y me olvido de todo eso de la boda?

– Porque no… Ni aunque estuvieras con quién será tu esposo, no es correcto adelantar las cosas – más confusión, y lo que es peor, me estaba pasando como en Peter Pan, la tristeza me estaba llevando hacia abajo…

A un lugar al que no pertenecía y planeaba usarme para sus planes malvados.

– ¿Irina, por qué estas bajando? – se estaba asustando, y yo también.

La nostalgia de no hacer lo que quería y verme obligada a seguir órdenes de alguien más me hacía detenerme, y aunque no quisiera, la gravedad me jalaba de regreso a mi encierro.

– No debes darte por vencida tan pronto, recuerda que no tienen alas pero si vehículos con los que alcanzarnos.

No se escuchaba preocupado, pero si ansioso por lo que fuera a pasarme, y en cierto modo me hizo sentirme protegida… querida… me sentía bien.

Los pensamientos positivos me consiguieron levantar. Me ayudé recordando a mi abuela, Kydrin, Yurem y la mujer de mis sueños, ellos me despertaban de mi letargo, y mis alas brillaron convirtiéndose en propulsores que me lanzaron de nuevo hacia las estrellas.

– ¡Ahí están! – escuché a alguien señalándonos.

– Es hora de volar – cosa de chicos, no importaba su procedencia, a todos les parece excitante la velocidad y las descargas masivas de adrenalina

– ¿A dónde iremos?

– Aun no lo sé, sería preferible que nos ocultáramos un rato para perderlos – seguimos a todo lo que nuestras alas podían, pero por ratos escuchaba la alarma de nuestros perseguidores.

– A dónde – insistí.

– Si fuera solo yo tendría un millón de escondites – se justificó – como somos dos es un poco más complicado, quizás Gena quiera hospedarnos un rato.

– ¿Gena? – sentí una punzada en el estómago, me convertí en alguien insistente y loca – ¿Quién es ella? ¿Dónde la conociste?

– No estoy orgulloso de eso, dejémosla en que es solo una vieja amiga – intentó evadirme.

– Ya, claro – ya no quería volver a estar deprimida… e intenté tomarle el pelo – seguramente es una de tus miles de conquistas, y como quedaron en buenos términos nos hospedará voluntariamente a los dos por un lapso indefinido de tiempo, a sabiendas de que un grupo de secuestradores quiere capturarnos…

Funcionó. Mi brillante mente pudo en contra de su negatividad. Nos reímos un buen rato, y por tanto viajamos más rápido, aunque en realidad no notáramos el cambio de velocidad.

– ¡Oh, claro! ¿No sabes que son un excelente pretendiente? – qué genial era que abordáramos un tema más ligero – Pero si hubieras sido mi novia, además de que ella tiene unas décadas más que yo, mi madre me hubiera desheredado.

– Bueno – aún no dejaba de reír – ¿entonces quién es ella? No me digas que te escapaste de casa y cuando te quedaste sin provisiones ella fue quien te alimentó.

Él volvió a reír, tal vez mi imaginación había llegado demasiado lejos y ahora él pesaba que estaba loca.

– La verdad paso exactamente eso – me explicó entre risas.

– ¿Qué? Me estas bromeando, ¿verdad?

– No, unos años después de que Yurem empezara como teniente, decidí que no iba a quedarme en casa para siempre, así que hice una pequeña maleta, tome provisiones y huí – él se reía, era una risa muy fluida, simple, de esas que aparecen en los recuerdos agradables – después de un tiempo y con una ración de comida extra decidí que era hora de comprar algo y caí en el planeta de Gena, iba a comprar un poco de plasma, yo se que el que hay ahí no es muy bueno, pero al menos podría saciarme. Pero me robaron, luego vagué un tiempo pensando en cómo iba a sobrevivir, aún tenía esa ración y mis energías acumuladas, pero el momento en que las usaría estaba más cerca, encontré la casa de Gena y le pedí hospedaje a cambio de trabajo y bueno, ella es una gran persona y me ofreció una habitación y mis comidas con solo ayudar en la casa y sus actividades. Llegué a pensar que era mejor que estar en mi casa, creo que la hospitalidad de ella era mejor que la suntuosidad del castillo.

Seguíamos volando, y el tiempo se me pasó deprisa. Yo seguía intentando imaginar cómo sería eso, y acerté al pensar que era mejor que lo que estábamos haciendo ahora. Mucho mejor que mi viaje de regreso a casa.

– Después nos llegó el rumor de que la reina tenía nuevas noticias de la princesa desaparecida, y ya que allí tardan una eternidad en llegar las noticias, decidí regresar para mantenerme informado, desde entonces estoy en contacto con ella, mandándole recados con las nuevas noticias…

– No quiero que se enteren de quién debería ser… – lo dejé desconcertado, para él solo era Irina y nada más.

– ¿Cómo te llamaban en donde vivías antes? – me dijo muy serio.

¡Qué lindo era! ¡Me entendió a la primera lo que quise decirle!

– Mairi – le dije – Sue me dice así, y Yurem me presentó así con tu madre, y bueno, he sido llamada Mairi por todos los que me conocieron por 14 años…

– Entendido – él seguía muy serio y aún así parecía burlarse – solo espero no equivocarme de nombre t que accidentalmente todo el planeta se entere de tu presencia.

– Si eso ocurriera, nos expondrías a ambos ante los secuestradores – le advertí.

– ¿Ah sí?

– Como si no te hubieras dado cuenta antes – le dije, – anda, dime donde nos dirigimos.

Él se rió, yo empezaba a conocerlo y me daba cuenta de que lo que él sabía era más de lo que aparentaba la mayor parte del tiempo. Seguimos volando y al poco rato dejé de ver estrellas y cruzamos una zona de asteroides deshabitada y aun así, muy hermosa.

– ¿Logras ver ese bloque gigante de allá? – Él me señaló un punto en la distancia, que a mis ojos le pareció una roca más – un rato después de pasarlo, veremos la casa de Gena. Solo espero que no se pongan celosos – agregó maliciosamente – ¡Mira que mala suerte es haber conservado ese precioso vestido!

– ¿Y qué me dices de ti? – me defendí – traje de etiqueta, zapatos de fiesta, además de mi como acompañante y ambos con alas, ¿no crees que llamaremos la atención?

– Bajaremos directamente a su casa – dijo simplemente.

– Y con la única vez que estuviste aquí caíste por error… – insinué.

– Nunca dije que solo había venido una sola vez v seguía muy animado, ¿cómo es que ella podía hacerlo tan feliz? – solo te mencioné la primera.

– ¿Cómo…?

– Silencio, llegamos…

El rumor de las palabras, aunque no diferenciaba lo que decían, era inconfundible. Gente hablando por todos lados, parecían comprar algo, tal vez comida, o regateando, pero lo más seguro es que fuera este lugar como un mercado.

– Aquí me robaron la primera vez, – sonaba molesto – en unos minutos se apagarán las luces y volaremos en esa dirección, no te sueltes.

Mientras hablaba señaló en una dirección con su dedo y me tomó de la mano con la otra. Apenas fui consciente de este detalle cuando se apagaron las luces y quedó el mercadillo en la penumbra. Sentí como jalaban de mi mano y aparecían mis alas por puro instinto. Avanzamos rápidamente, y justo cuando mis ojos ya adaptados a la oscuridad notaron el movimiento, Christopher me jaló hacia arriba cruzando el lugar. Pasamos una pared muy alta y nos ocultamos detrás, al instante se encendieron las luces.

– Desde aquí tendremos que caminar – no me soltó, ni siquiera le vi intenciones de hacerlo.

– ¿Qué fue eso?

La escena de luces, su mano junto a la mía, y la familiaridad con la que me trataba me habían dejado alucinada.

– Toque de queda – me explicó a las 8 apagan las luces y 5 minutos después las vuelven a encender, así les avisan que en una hora deben estar todos en sus casas.

– ¿Y nosotros? ¿Y los visitantes que no conocen la existencia del toque de queda?

– Solo se toma en cuenta en las ciudades grandes.

– ¿Y cuando estemos con… Gena? – tuve que hacer una pausa para recordar su nombre.

Su respuesta fue una gran risotada.

No hay comentarios: